1. La mujer del disidente (05). La galería


    Fecha: 12/05/2018, Categorías: Dominación Voyerismo Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos

    ... -le ordenó el guardia-. Amalia entrelazó sus manos sobre su nuca, con sus braguitas marrones recién lavadas entre sus dedos. Tenía que pasar por delante de veinte celdas, llegar hasta el fondo de la galería, cruzar al otro lado y volver delante de las otras veinte celdas de enfrente. Resignada comenzó a caminar. Los presos se amontonaron a los barrotes a su paso y la empezaron a jalear. Sabía que su vestido de lycra marcaba todo su cuerpo húmedo y sus curvas iban a excitar a todos esos hombres. Los presos sacaban sus brazos por entre los barrotes intentando agarrarla. El pasillo por el que se desplazaba no era muy ancho, con lo que algún hombre conseguía rozarla a su paso. El guardia detrás de ella sacó la porra e iba golpeando los barrotes para que los presos metieran los brazos. Uno de los hombres consiguió agarrar sus braguitas con una mano, y de un tirón casi se las arranca. Amalia forcejeó para no perderlas y el guardia golpeó al hombre con la porra, con lo que el preso dolorido las soltó. Según iba avanzando Amalia escuchaba toda suerte de comentarios soeces: "levántate el vestido", "menea ese trasero", "déjanos olerte las braguitas", "tú si que tienes dos pedazo de tetas" o "acércate y agárrame el nabo", le decían. Al llegar al final de la galería tuvo que cruzar a la cornisa de enfrente y volver por delante de las otras veinte celdas. El guardia que la seguía se separó a unos tres metros, y ella iba pegada a la barandilla, ya con cuidado de no acercarse demasiado a ...
    ... los barrotes, entre los que salían brazos deseosos de agarrarla. Por mucho que lo intentaba, Amalia no podía dejar de caminar como una mujer, con lo que sus formas femeninas se contoneaban delante de los presos con su movimiento. -La espalda recta -le ordenaba el guardia desde atrás-. Al estirarse, más se le marcaban los pechos y los pezones en el vestido. Por detrás su vestido adherido a su trasero húmedo permitía a los espectadores ver bajo la tela el volumen de las dos formas redondeadas de sus glúteos, así como la sombra de la raja de su culo. En contoneo de su culo fascinaba a los presos, que sin éxito intentaban pellizcárselo a su paso. A pesar de todo, Amalia continuó caminando, con sus zapatos de tacón, su vestido adherido a su húmedo cuerpo y sus braguitas entrelazadas a sus manos en su nuca. De repente, mientras intentaba permanecer con la espalda recta, y suficientemente apartada de los barrotes como para que no la agarraran, trastabilló y estuvo a punto de caer al suelo, pero pudo sujetarse al barrote de una celda para impedirlo. Al volver a estirarse para recuperar su postura notó que el preso de dentro de la celda había agarrado su vestido, y tiró con fuerza rasgándoselo. El vestido rasgó por la espalda y se le rompió un tirante. Toda su espalda quedó al aire, al igual que su pecho izquierdo. Amalia rauda se colocó de nuevo la tela suelta sobre su pecho desnudo, pero enseguida el guardia tras ella le dio el alto. -Las manos sobre la nuca -le volvió a ordenar-. ...
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