Aventuras en la piscina
Fecha: 20/05/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Aventuras en la piscina Jamás pensé que ir a natación daba tanto juego, y eso que he pertenecido al Club durante dos años y jamás me había encontrado con lo que me ocurrió aquel día. Estoy hablando del pasado mes de febrero. Yo estaba de exámenes en la uni y no tenía clases, así que un viernes por la mañana, para relajarme un rato, se me ocurrió ir a la piscina cubierta del Pabellón a hacer algo de ejercicio. Al ser una mañana bastante fría, apenas había gente nadando, aunque de todas maneras por las mañanas no suele ir casi nadie. Recuerdo que el vestuario estaba completamente desierto, y tan sólo me encontraba yo. Pensé : "Voy a tener toda la piscina para mí solo, cómo mola". Pero cuando salí del vestuario, me di cuenta que en el agua había algunas señoras. Y pensé: "Qué poco le gusta nadar a los tíos". El caso es que me incorporé a la calle que está junto a los ventanales porque es la única en la que por la mañana da el sol y se está muy bien. Y descubrí que en esa calle había otro chaval como yo, de unos 20 años, que estaba haciendo unos ejercicios de respiración en el otro extremo. Terminé de hacer mis calentamientos y me zambullí en aquella refrescante y cristalina agua, y comencé a nadar un poco de braza, que es mi estilo favorito. Durante los primeros minutos en que permanecí en el agua, me crucé varias veces con aquel chaval. Nuestras miradas se cruzaron también en varias ocasiones y pude notar cómo él me miraba intensamente, como si me conociese de algo e ...
... intentase recordar de qué. Yo, que soy bastante cortado, también le miraba, pero inmediatamente después seguía mi camino sin pararme y sin mirar a atrás. Pero el tiempo fue transcurriendo y nuestros cruces de mirada eran cada vez más descarados, y yo me estaba empezando a poner un tanto impaciente. Quería hablarle, decirle algo, provocar que los dos empezásemos a hablar y nos conociésemos, pero no conseguía romper el hielo. Llegó un momento en que los dos nadábamos el uno detrás del otro, y al llegar al final de la calle yo permanecía apoyado en la corchera, haciendo tiempo para que él llegara. Cuando se estaba aproximando, yo me sumergía en el agua para ver su cuerpo a través de las gafas anti-cloro. Eso me ponía a 100, sobre todo verle el paquete mojado a través del bañador. Él se dio cuenta e hizo una pequeña sonrisa, pero no dijo nada. Se puso frente a mí, apoyado en la otra corchera, y comenzó a sumergirse también en el agua. Yo estaba nervioso y no me atrevía a meterme bajo el agua mientras él estaba sumergido, así que cuando él subió a flote entonces me sumergí yo. El tío estaba cachondísimo y como sabía que yo le estaba mirando el paquete desde el fondo de la piscina, comenzó a meterse la mano por el bañador y a meneársela. Dios, cómo me estaba poniendo. De un momento a otro iba a alargar la mano a coger aquel delicioso regalo, pero no me atreví, así que salí de nuevo a flote, tomé aire y empecé a nadar de nuevo, aunque la imagen que acababa de ver no se me borraba de la ...