Vestida como una zorra
Fecha: 28/05/2018,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Khimaira, Fuente: CuentoRelatos
... sonreí y me arrodillé frente a él. ¿Para qué resistirme si era lo que quería? Saqué la lengua y comencé a lamer la punta. Mmmm… aún recuerdo su sabor. Seguí bajando por el tronco y me acerqué a los huevos, imposible no intentar metérmelos en la boca. Lo hice y él bajó su mano para acariciarme el pelo, me encantaba el contacto de su piel, sentir su excitación. Comencé a tocarme imaginado que era él quien lo hacía y al mismo tiempo empecé a chuparle la polla como si no existiese nada más. Estaba desesperada, necesitada… - Quiero que te corras, quiero sentirte corriéndote sobre mi cara. - Sigue, no pares. ¿Es eso lo que quieres zorra? - Mmmm… sí… Me agarró la cara con las manos, no podía moverme y él no paraba de hacerlo. Me estaba follando la boca y me estaba encantando. Llegó un momento en que apenas podía respirar, notaba la saliva saliendo por la comisura de mis labios, me ahogaba… Intentaba gemir pero de mi boca sólo salían sonidos ahogados, él los oía y eso parecía excitarle aún más. De pronto sacó la polla de mi boca y la colocó sobre mis labios, empecé a lamerle de nuevo el capullo, a acariciarle, no podría aguantar más y yo lo sabía. Abrí la boca, esperando que la llenase. - ¿Es esto lo que estabas buscando? Me lo preguntó con una mueca mientras golpeaba mi lengua con su polla. No sé si tuve tiempo de responder, ...
... porque cuando me di cuenta un chorro se semen caía en mi frente y bajaba por mis mejillas. Notaba el líquido caliente sobre mi cara, intentaba recogerlo con la lengua, mientras varios chorros más seguían cayendo sobre mí, algunos en mi boca abierta. Durante un rato el mundo sólo consistía en su polla y lo único importante era no dejar escapar ni una gota de su leche. Seguí lamiéndole hasta no dejar nada, ni una gota. - ¿Te ha gustado exprimirme? De nuevo volví a la realidad, a lo que había hecho, en plena calle. Me dolían las piernas de estar en la misma posición y estaba cubierta del semen de un desconocido. Me incorporé para irme, estaba avergonzada, excitada como nunca. Sólo quería llegar a casa, darme una ducha y acabar lo que había empezado masturbándome. ¿Pero dónde estaban las llaves? La situación era muy violenta, estaba avergonzada. No pensaba pasar ni un minuto más en la calle, ya cambiaría la cerradura. Me fui de allí medio corriendo suplicando porque mi vecina estuviese en casa y encontrase rápido la copia de mis llaves que le había dejado. Estaba tan nerviosa que no me importaba lo que pudiese pensar de mi aspecto. Miguel… al día siguiente llegaría Miguel y mi pequeña aventura sólo sería un recuerdo, algo irreal, quizás una nueva historia que contarle, que él nunca se creería. Aún no he cambiado la cerradura…