El tren nocturno a Praga
Fecha: 31/05/2018,
Categorías:
Intercambios
Hetero
Autor: rubele, Fuente: CuentoRelatos
Pablo y yo vivimos en Alemania viajamos de paseo en tren por toda Europa, y en uno de los trayectos tuvimos una experiencia que quiero contare pues vale la pena. Tomamos el tren nocturno de Frankfurt a Praga, por supuesto en un compartimiento de 2 clase, sin camas. Llegamos a la estación con tiempo y nos acomodamos en nuestro compartimiento el c-36. Bastante confortable por cierto, 6 lugares 3 de cada lado, asientos tapizados de símil terciopelo y muy cómodos con lugar de sobra para las mochilas y los bolsos. El tren estaba anunciado para las 23.16 con arribo a Praga a las 7.45 del otro día. Podríamos dormir toda la noche y llegar para pasear todo el día. Al rato para nuestra grata sorpresa llegaron otros pasajeros al compartimiento!!! Dos chicas que estaban 10 puntos, una, morocha de cabello cortito, ojos verdes, un par de enormes tetas y un culo redondo y parado, la otra, rubia casi pelirroja menos espectacular pero no menos linda, tetitas redonditas con pezones puntudos, flaca y con un culito dulce y chiquito que hacia juego con sus profundos ojos celestes. Nos miramos con Pablo y sonreímos satisfechos por nuestras compañeras de compartimiento. Después de todo te pueden tocar dos viejas gordas con olor a naftalina como las que nos tocó en otro viaje. Se sentaron frente nuestro, nos sonreímos mutuamente con gentileza y no hablamos nada, pero Pablo me dijo “con las tetas de la morocha frente a mi ojos no voy a poder dormir” El tren partió y nadie más vino al compartimiento, ...
... por lo cual viajaríamos más cómodos de lo previsto. Las chicas eran ucranianas y estaban paseando como nosotros, el problema era que ellas no hablaban español y nosotros ni una palabra de ruso así que en un inglés básico nos tratamos de presentar y charlar un poco sobre nuestros paseos. La morocha se llamaba Anabella y la rubia Sylvia tenían 19 años y eran de Kiev. Estuvieron en Holanda y de Praga se volvían a Ucrania. Charlamos un rato y nos preparamos para dormir. Llegamos a un acuerdo de poner las piernas en el asiento contrario y así estaríamos los cuatro más cómodos. Cada uno con sus costumbres y cultura! nosotros nos sacamos las zapatillas, yo me afloje el jeans y me estire en el asiento, en cambio ellas se sacaron la ropa, se pusieron una túnica tipo camisón y doblaron la ropa en un rincón, sacaron del bolso un par de almohadas inflables y una manta para cada una, lo que se llama organizadas las chicas! En forma alternada estábamos Anabella, Pablo, yo y Sylvia. Bajamos el nivel de iluminación al mínimo y esperaba que el movimiento del tren me acune como a un niño y me duerma. En la forma que nos recostamos estirados uno frente a otro, me encontré tapado bajo una manta suave que Sylvia estiro sobre nuestros cuerpos y con los dedos de los pies a un par de centímetros de la conchita de Sylvia que se había puesto de costado. El movimiento del tren llevo a mi pie a rozar la concha de Sylvia continuamente, que no parecía sentirse molesta por el roce pues no movió su cuerpo ...