1. La noche que mi mujer lo dió


    Fecha: 31/05/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Mi historia no va a ser apología de los grandes penes ni de decenas de polvos en una misma noche como suelen abundar en esta página. Va a ser, simple y llanamente, el recuento casi preciso de algunas vivencias que fueron aflorando entre mi mujer y yo y otros asistentes muchas veces casuales. He de decir que cuando conocí a quien es hoy mi esposa, era una chica bastante púdica pese a que había tenido varias experiencias sexuales con varios de sus novios. Desde el comienzo de nuestra relación me adentré indecorosamente en averiguarle todo cuanto pude de ese pasado. Lentamente, la invité a contarme todo con detalles y sus escamantes pasaron a ser parte de nuestros encuentros. Allí, cada noche, como fantasmas, aparecían en medio de nuestro rictus y, juntos, recreábamos –cada cual a su manera supongo- los lugares, formas y detalles de cada uno de los encuentros vividos. Imaginábamos compartiendo con otro hombre su cuerpo, nos excitábamos pensando en que ella se exhibiera y sedujera a otros logrando un éxtasis permanente de lujuria. Entre streep-tease, fotos y filmaciones enriquecíamos al máximo cada instante. Fue en Europa que nuestros deseos de ir más allá se acentuaron al ir conociendo, poco a poco, las libertades y costumbres que allí abundaban. Empecemos por encontrar una deliciosa excitación en que mi mujer se quitará el top del bikini en la playa. Notar las miradas, casi siempre indirectas, disimuladas, de los hombres en sus senos nos producía una enorme calentura. En las ...
    ... noches, después de una tarde de playa, comentábamos una u otra mirada e imaginábamos cientos de hombres mirándola y masturbándose y, por supuesto, copulábamos como conejos. Frecuentábamos muchas fiestas latinas pero, generalmente, bailábamos juntos toda la noche y, en contadas ocasiones, bailábamos con amigos comunes con los cuales no pasaba nada. En una ocasión, conocimos –por azar- dos tipos italianos (si mal no recuerdo) quienes abordaron a mi mujer en la mesa mientras yo estaba en el baño. Al retornar estaban hablando muy animados y devorando a mi mujer con los ojos. Ella estaba nerviosa y sonrojada. Se le notaba la turbación ante el atractivo físico destacable de sus contertulios. Bailando se lo dije y le pregunté si le gustaban, lo cual no dudó en afirmar no sin sonrojarse nuevamente y reirse sin poder ocultar sus nervios. Eran nervios de excitación, su mirada brillaba de forma extraña, casi nueva y no podía sustraerse a mirar hacia la mesa donde estaban ellos. Fue en esos instantes que mi en mente empezó una indescriptible ebullición y en cada fibra de mi cuerpo experimenté una excitación descomunal. Al retornar a la mesa uno de ellos la invitó a bailar. Como de costumbre, ella me miró buscando mi aprobación, la cual no dudé en dar. Quise, entonces, imaginar que la apretaría y que intentaría proponerle o insinuarle algo. No miré a la pista ni un instante; me enfrasqué en alguna discusión con el que permanecía en la mesa conmigo. Así transcurrieron varias horas bailando ...
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