Mi profesor me convirtió en su esclava (III)
Fecha: 07/06/2018,
Categorías:
Dominación
Sexo con Maduras
Autor: karen69, Fuente: CuentoRelatos
... olvidado las reglas del juego. Lástima que tus tetas no sean cerebros, así seguro no olvidarías cuál es tu lugar y como debes comportarte. -Perdón Amo. Soy una insolente, no volverá a pasar. –le conteste, sumisa. -Claro que no volverá a pasar, tetas. Me asegurare de que aprendas la lección esta vez. Desnúdate. –me ordeno. Yo obedecí, me quite toda la ropa que tenía puesta, la cual consistía en una minifalda gris que apenas llegaba a la cuarta parte de mis muslos, y una camiseta negra, bastante ajustada, que remarcaba exageradamente mis pechos. No tenía sostén, solo un hilo negro que se metía entre mis nalgas, y unas sandalias abiertas negras, con tacón stiletto de 10 centímetros de alto. Me quite todo. -Mételo esos trapos en tu maletín. –me ordeno, y yo obedecí luego de un “si amo”. Seguidamente me tomo del pelo, y con fuerza y autoridad me dirigió hacia el segundo piso de la casa, más exactamente a la misma habitación donde me había dejado la vez anterior. Allí seguía la caja grande, en la cual se puso a buscar unas cosas luego de tirarme al piso como si de una muñeca de trapo se tratara. Luego de revisar bien, saco unos extraños zapatos y una especie de mascara de cuero, negra, con apenas dos agujeros en la nariz, además de una extraña “bolsa” de cuero bastante alargada. Los zapatos eran bastante raros, tenían unos tacones stiletto exageradamente altos, y la forma completa del zapato obligaba al pie a estar totalmente vertical, casi paralelo al mismo tacón, con cierto ...
... ángulo de separación. Caminaría con la punta de mis pies, prácticamente. Se dirigió a mí con esos objetos, y me coloco primero la extraña bolsa alargada, a modo de funda para aprisionar mis brazos tras de mí. Dicha funda me cubría hasta la mitad de mis brazos, y la ajusto tanto que se me hizo bastante incómoda la postura, la cual, por cierto, me hacía sacar bastante pecho, quedando mis tetas bastante ofrecidas. Acto seguido me coloco los zapatos de tacón infartarte. Eran negros, bastante brillantes, se nota que estaban pulidos. Logro ajustarlos perfectamente mi pie, aunque me quedaban un poco grandes, pero no demasiado. Los anudo (tenían cordones para ello), me tomo del pelo y me hizo ponerme de pie. Era bastante difícil mantener el equilibrio con esos zapatos. Apenas quedaba ligeramente apoyada de mi talón, y más que todo apoyada sobre la punta de mis pies, como si fuera una bailarina de ballet. Me puso una mano sobre el pecho, y la otra la poso en mi culo, metiéndome un dedo en él, y me llevo afuera de la habitación, no sin antes meterme un trozo de la máscara de cuero en la boca, para que la llevara. Era muy difícil caminar, pero aun así, trastabillando, fui llevada de nuevo a la planta baja de la casa, para luego ir por detrás y llegar al patio trasero. Allí vi una especie de plataforma pequeña no muy alta, sobre la cual había un tubo delgado en el centro apuntando hacia arriba, y detrás de dicha plataforma otro tubo paralelo pero mucho más grueso y alto. Me coloco con las ...