1. EL JUGUETE DE LA CACHIPORRA.


    Fecha: 13/06/2018, Categorías: BDSM Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Aquel jóven hombre de 32 años, hermoso y superdotado sexualmente tal vez como ningún otro en la historia, no podía sacarse de la cabeza aquéllo que le había pasado con una niña de tan sólo...¡once años!!! NO! Olvidar aquéllo que le había sucedido ya un año atrás, seguía carcomiéndole el orgullo. Había sucedido que allá en un parque cercano a donde se había celebrado un desfile donde desfilaban cahiporristas, que son esas hermosísimas niñatas de hermosura extrema y generalmente de gruesísimas piernotas, ahí en ese parque, y luego de finalizado aquel desfile en el cual había quedado él caliente como mil burros por una hermosísima cachiporrista despampanantemente piernuda a la que siguió finalizado el desfile, ahí, adentro de ese parque y luego de que unas mujeres muy zarpadas que astutamente habían estado mirando desde el comienzo cómo aquel hombre había seguido el paso de la niña en el desfile, y cómo luego éste la había seguido hasta el parque a donde ella había ido como guiada por los mismísimos diablos,allí. no va que las mujeres aquellas, decidiendo darle al hombre una ejemplar lección repleta de cochino vicio, capturan al hombre desnudándolo completamente desnudo y sujetándolo en el pasto apresado de brazos y piernas en el pasto así extendidas debajo de ellas, llaman a voces a la cachiporrista para que ésta, así con el desnudo hombre a su entera disposición, le hiciera cosquillas y pajas y todo cuanto ella quisiera, con el agregado de que ellas, las mujeres que atrapado ...
    ... lo tenían, le indicaban cómo hacerle más y más cosas. Riéndose pícara y con un goce evidentemente notorio, aquella niña. aceptó más que gustosa aquel ofrecimiento. Y entonces, aquel hombre comenzó a experimentar en su desnudo y ardiente cuerpo, las más ardientes y lujuriosas cosas que una hermosísima y por demás exuberante niña piernuda de tan solo once años, allí comenzó a hacerle sin poder hacer él, absolutamente nada por aquello evitar. Los dedos de la niña arrancaban gemidos del más desesperado placer atroz cuando ésta lo cosquilleaba con procáz maliciosidad extrema, deslizándoselos por toda su desnudéz y pasándoselos por aquellos inmensísimos huevos y aquel desmesurado pene que no parecía humano sino, que más bien, parecía un grotesco morcillón de más de treinta centímetros y del grosor de esas latas de refresco o acaso un poco más. Las mujeres, no paraban de reír mirando aquéllo que no podían ellas casi creer. -"Nena. hacéle cosquillotas así. tocále los huevos así. pasále los dedos por el chorizote así. " Y así, mil maneras de sugerirle cosa tenían, que la niña iba aprendiendo en medio de la desesperación de aquel hombre que se retorsía sin poder escapar de la prisión atrapante de las piernas de las mujeres que atrapado en el pasto así lo tenían. El primer chorro de esperma la niña le había hecho saltar en medio de sutiles cosquillas atroces, arrancando las carcajadas de las mujeres y sonrisas más que felices de la victoriosa niña, y los gemidos y suspiros desesperados ...
«123»