1. Ayudando a Mamá (04).


    Fecha: 18/06/2018, Categorías: Incesto Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos

    ... aparté un poco para ver qué tramaba. Juntó las piernas y apoyó sus tobillos sobre mis hombros, su colita quedó levantada y sus agujeritos expuestos. Fui hacia su vagina y clavé mi glande. Me sorprendió que estuviera más cerrada de lo habitual. - Despacito – me pidió. Al parecer llevaba mucho tiempo sin practicar sexo. La fui metiendo y sacando por partes, siempre moviéndome suavemente esperando a que su agujerito se dilate. Cuando logré meterla entera apoyé mi cuerpo sobre el de ella y la escuché exhalar un profundo gemido. Yo ya me había resignado ante la idea de no disfrutar nunca más de esta preciosa vagina y me alegró enormemente poder estar otra vez en su interior. Gradualmente fui aumentando el ritmo, haciéndola gozar. Dio rienda suelta a sus gemidos que fueron más sinceros y sensuales que nunca. Esta posición me encantaba, me permitía penetrarla profundamente sin hacer demasiado esfuerzo y a la vez sentir su cálida piel contra la mía. Estuve dándole varios minutos hasta que se transformó en una cogida salvaje, terminé abriendo sus piernas y embistiéndola con potencia, haciendo que todo su cuerpo se sacuda. Luego giramos en la cama, quedando yo boca arriba y ella me montó como una yegua en celo. Por sus apasionados movimientos me di cuenta de que intentaba recuperar el tiempo perdido, quería que esta cogida contara por todas las que no habíamos tenido en estas últimas semanas. Su vagina desprendía grandes cantidades de jugos que llenaban mi verga, yo la acompañaba con ...
    ... el movimiento haciendo que las penetraciones fueran mucho más rápidas y continuas. - ¡Así mi amor, así! – me dijo apretando sus tetas sin dejar de saltar. No sabía si lo de “mi amor” era la típica expresión de una madre a un hijo o si lo decía por amor verdadero entre un hombre y una mujer, de todas formas me entusiasmó tanto escucharlo que la apreté contra mi cuerpo y la besé locamente. Seguimos cogiendo en esa posición por un tiempo y luego ella me preguntó: - ¿Me vas a hacer la colita? - Obvio – le contesté sin dudarlo. Bajó de la cama y abrió la puerta de su ropero, sacó la botellita de aceite para masajes que a mi tanto me gustaba. Me paré detrás de ella y la apoyé contra la pared. Ella puso aceite en mi mano derecha y paró la colita. Comencé a acariciarle entre las nalgas lubricando muy bien su trasero mientras ella hacía lo mismo con mi verga. Le di besos en el cuello para relajarla y metí un dedo lentamente. Estaba muy apretadito, casi como si nunca lo hubiera hecho por atrás. Moví el dedo rápidamente preparándola para el sexo anal. - Metemela ahora – me pidió justo cuando estaba por introducir un segundo dedo. - Te va a doler – le advertí. - No me importa. Se puso en cuatro sobre la cama ofreciéndome toda su cola. Me daba un poco de miedo lastimarla pero confiaba en ella, sin mucho preámbulo clavé mi glande en su culito que se abrió al instante pero luego se cerró como un anillo alrededor de mi pene. Ella grito fuerte, fue de puro dolor, instintivamente me sujetó una ...
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