Ayudando a Mamá (04).
Fecha: 18/06/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos
... dijo sacando el pene de la boca por pocos segundos – me encanta coger con vos – pasó la lengua alrededor de mi glande – me importa un carajo que seas mi hijo – volvió a chupar decidida – te prometo que ya no voy a dar más vueltas – metió la verga hasta el fondo de su garganta y la sacó dejándola llena de saliva – desde ahora vas a poder cogerme todos los días que quieras. Esa fue la alegría más grande de mi vida hasta el momento. Amaba a esa mujer y ya me había resignado a la triste idea de no poder hacerle el amor. Esta vez quería ser más cariñoso con ella, le acaricié el cabello con delicadeza, de a poco ella también se fue amansando y su fuertes chupadas se convirtieron en cariñosas lamidas. Recorría mi miembro partiendo desde la base de los huevos hasta la punta del glande. De más está decir que ya la tenía tan tiesa como antes. Se tiró boca arriba en la cama y abrió su conchita para mí. Aún podía ver la mezcla de fluidos que abarcaban toda su parte baja, hasta chorreaban por sus piernas. - Te voy a coger todos los días – le dije reclinándome sobre ella y metiendo suavemente la verga en su vagina. Nos besamos mientras lo hacíamos con calma, con movimientos lentos pero extremadamente sensuales, el contraste era enorme, hacía un rato nomás estuvimos matándonos como animales y ahora nos demostrábamos nuestro amor como si fuéramos novios de toda la vida. - No sabés lo difíciles que fueron estos días para mí – me susurró al oído mientras yo bombeaba lentamente. - Lo sé ...
... muy bien, para mí también fueron un infierno. - En este momento ya no me importan los prejuicios sociales… y si tengo que ser mujer de un solo hombre, prefiero que ese hombre seas vos – volvimos a besarnos apasionadamente. Nuestra vida dio un salto radical a partir de esa noche. Pasamos casi una semana sin ver a nadie, ni siquiera a nuestros mejores amigos, queríamos recuperar el tiempo perdido. Hacíamos el amor a cada rato, en cualquier lugar de la casa, manteníamos siempre las puertas y ventanas bien cerradas, nuestro hogar se transformó en un búnker sexual. Dimos rienda suelta a nuestros más profundos sentimientos. Para muchos podrá parecer una completa locura que una madre y su hijo hicieran esas cosas, pero era lo que más nos hacía felices en el mundo y sólo eso nos importaba. Teníamos cenas románticas, con música suave y todo. Ella usaba sus vestidos más hermosos para mí, se maquillaba sutilmente, era una mujer realmente preciosa y cada vez que la veía me preguntaba cómo una mujer así podría estar tan interesada en mí. Yo que siempre había odiado la vestimenta elegante, ahora usaba hasta corbata para cenar con ella, parecía un juego estúpido y a veces nos reíamos, pero era nuestro juego. Enfermizo sí, pero alimentaba nuestro corazón con hermosos sentimientos. Una noche ella llevaba puesto un hermoso vestido azul eléctrico que se le ceñía al cuerpo y los tacos altos estilizaban mucho su figura. Era la mujer que acapararía todas las miradas en una fiesta y era mí mujer. ...