A la orilla de la carretera
Fecha: 18/06/2018,
Categorías:
Primera Vez
Tabú
Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster
... estaba a punto de gritar, pero pensé rápidamente y me contuve, era obvio que en aquel apartado lugar nadie vendría en mi ayuda y mi hija correría un gran peligro si, al escucharme, acudía en mi auxilio. No me dejé llevar por el pánico.El calor en el interior de esa cabina era sofocante, el olor que emanaba de aquel salvaje ser me asfixiaba. Sujetó con ambas manos mis dos tetas desnudas y, una después de otra, se las metió a la boca exprimiéndomelas y mamándolas. Su succión era tan poderosa que me dolía. Mis pezones quedaron lastimados tras de aquel inmisericorde ataque, por lo que hice un enorme esfuerzo por no chillar.Con lujo de violencia acabó por desnudarme. Una vez vio mi sexo al descubierto, metió su cabeza entre mis muslos. Sentí su lengua abrirse paso a mi intimidad. La textura era rasposa y atravesaba mis labios vaginales con brusquedad.Lamió varias veces dejando muy húmeda mi vagina, después se desnudó dejando al descubierto, y a centímetros de mi rostro, su verguda hombría. El falo era grande, duro y grueso. La cabeza se movía con palpitaciones de deseo a****l. Era como si la sangre, impulsada por fuertes bombeos, se le acumulara toda en aquella gruesa cabezota que se hinchaba a intervalos.Pese a mis súplicas, aquel hombre colocó su enorme verga a la entrada de mi vagina y, tras escupir de manera por demás asquerosa mi hendidura, restregó la punta de aquel falo de arriba abajo. Después, con un contundente empujón, me la clavó cual estaca en mi intimidad. En ese ...
... momento me fue imposible contener un grito que temí escuchara mi hija.—Te voy a vergar mamacita. Ya verás, nunca te lo han dado así, hasta me vas a suplicar que te dé más —dijo, con brusquedad, aquel bellaco al mismo tiempo que comenzó a chocar sus testículos contra mi perineo.Lo único que yo quería, que imploraba, es que a mi hija no le pasara nada. Más que nada temía por ella. No quería que ese desalmado pensara en hacerle algo... algo como lo que en ese instante me estaba haciendo. Con eso en mente, tras tolerar un rato de sus crueles embestidas me atreví a susurrarle al oído:—Qué rico... qué rico me lo haces —dije, con tal de que aquel energúmeno se excitara y acabara pronto.No quería que ni siquiera pensara en mi niña. Quería vaciarlo todo por completo y así dejarlo sin ganas.A mi pesar lo rodee con mis piernas, atenazándolo, haciendo que su enorme cuerpo se pegara al mío. Está por demás decir que mi sacrificio era enorme. El asqueroso ser expedía un agudo olor a sudor agrio; apestaba. Pero ahogaba mis ganas de vomitar con tal de darle satisfacción y saciarlo de sus bestiales apetitos para que nos dejara en paz y se largara.Mis uñas se le clavaron en su ancha espalda mientras le ofrecía una serie de improperios animándolo a culminar.—¡Eso, así! Eyacula... vente... vente en mí. ¡Échame toda tu leche! — le dije, con la voz más incitante que podía, pese a las horribles circunstancias.El tosco hombre siguió dándome duros estacazos descargando en mí todo el coraje contenido en ...