El agarrón que me dio un judio
Fecha: 29/09/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Era una adolescente de secundaria buena y decente, cuando busqué trabajo porque necesitaba el dinero para pagar mis estudios nunca me imaginé que aquél hombre cuarentón y feo iba a hacer de mí lo que se le diera la gana y me convertiría en una cualquiera. Debo decir , con tristeza , que esta historia es totalmente real y si ahora me atrevo a escribirla es como una terapia para tratar de superar los traumas que me generó. Todo empezó cuando estaba en secundaria y por desgracia mi papá se quedó sin empleo, con siete hermanos , la vida se puso tan complicada que me pidió a mí, que era la mayor en esa época , que me pusiera a buscar trabajo si es que quería seguir con mis estudios de prepa. Tenía casi 15 años y era una buena chica que pensaba como cualquier adolescente en el primer amor, mi ilusión era que un niño de mi salón me llevara agarrada de la mano hasta mi casa y me diera unos besos en la esquina de mi calle, eso era lo común. A pesar de mi edad tenia un cuerpo algo desarrollado, eso les encantaba a mis compañeros que a veces trataban de pasarse de listos e intentaban tocarme los pechos que eran algo protuberantes para mi edad y es que había heradado el cuerpo de mis tias, que tenían senos muy grandes y traseros prominentes. A pesar de eso me preocupaba más por la escuela y me gustaban mucho la clase de historia, biología y español. Quería entrar a la prepa y después estudiar una carrera. Sin embargo todos mis sueños se fueron por la borda cuando entré a trabajar al ...
... maldito negocio del judio. Mi propio padre me llevó. El judio tenía una fábrica de ropa y mi papá fue humildemente a pedirle una oportunidad para su hija como costurera de cosas manuales. El judio me miró de arriba a abajo, preguntó si sabía coser a mano y si no era una chica escandalosa que sólo perdiera el tiempo. Mi padre aseguró que no, que yo era una niña decente y bien portada. El judio sonrió mientras se agarraba la barba y algo rato noté en su mirada, pero confiando en que mi papá estaría al tanto de todo me quedé tranquila. Todas las tardes después de salir de la secundaria iba a la fábrica, no me gustaba. Las costureras tenían una forma vulgar de expresarse y eso me disgustaba. Hacían chistes de doble sentido e intentaban bromearme sobre mi virginidad. Me sentía fuera de lugar todo el tiempo y sólo esperaba que llegaran los fines de semana para cobrar la miseria que me pagaban y entregársela intacta a mis papás. Iba a la fábrica con la ropa de la escuela ya que no me daba tiempo a cambiarme. Usaba una falda de cuadros gris con azul, blusa blanca y calcetas blancas largas hasta la rodilla. Me habia estirado un poco en los tres años de escuela y llevaba la misma falda desde el primer año, últimamente la sentía demasiado corta. Intentaba bajarla, pero en cuanto me descuidaba parecía que se me subía sola y no podia evitar mostrar las piernas. Notaba como los empleados del taller me miraban, sobre todo porque la blusa se me abria a la altura de los pechos y se veía estirada. ...