Anita en manos de un mozo de restaurante - Relatos Eróticos

Anita en manos de un mozo de restaurante

... detenimiento y comprobé que tenía su vestido rojo subido más de lo normal, al límite de enseñar más de la cuenta. Antes de sentarse, ella misma lo bajó con disimulo.“Tardaste mucho tiempo en elegir el postre…” Le dije intentando, sin éxito, disimular ciertos celos.“Había bastante para elegir…” Me contestó con su sonrisa traviesa.“Y dónde está el postre…?” La interrogué con seriedad.“Hmmmm… ya me lo comí…” Respondió mirándome fijamente.“Y cómo se portó el pibe…?” Insistí, sintiéndome excitado.“Se presentó como Ramiro. Apenas entramos a la cocina me tomó desde atrás y metió su mano por debajo de mi vestido. Hundió un par de dedos en mi concha y me pajeó hasta que me hizo acabar.”“Sigo curioso por saber dónde está el postre…” Le dije muy serio.“Cuando dejé de temblar por mi orgasmo, me soltó del abrazo y me hizo arrodillar frente a él. Sacó una verga monstruosa y me la metió entre los labios, todo lo que pude aguantar. Me obligó a chupársela hasta que me llenó la boca de leche tibia. Estaba rico”“Y te tragaste todo…???” Pregunté con cara de preocupación.“Hasta la última gota, para no manchar el vestido…” Sonrió Anita.“No te creo nada…” Le dije, bufando incómodo.Entonces me pidió que me agachara debajo de la mesa. Lo hice y ella abrió sus muslos, para mostrarme que su tanga había desaparecido. Sus labios vaginales estaban dilatados y brillaban en la penumbra, como si estuvieran manchados de algún fluido. Lo peor de todo, eran tres arañazos recientes que cruzaban su pubis ...

... depilado. Supe que esas uñas no eran de Ana…Me incorporé y ella me dijo sonriendo:“Estuvo un poco bruto el nene con sus dedos ahí abajo…”Le dije que ahora le creía y le pedí que me contara todo…“Ramiro me dijo que, si yo quería más leche, él podría darme toda la que quisiera. Antes de dejarme ir, me arrancó la tanga empapada y se la guardó como recuerdo. Además me dijo que las veteranas como yo, vestidas de color rojo, lo volvían loco…”“Eso te pasa por vestirte como una verdadera puta calentona…” Le dije en tono jocoso mientras le miraba con total descaro las tetas.Ana se rio a carcajadas y respondió que a mí también me calentaba mucho verla vestida como una puta. Agregó que me esperaba en el auto; todavía quería ir a otro lugar a bailar…Llamé al mozo para pedirle la cuenta y, al traerla, le espeté:“Te gusta mi esposa, Ramiro…?”“Con todo respeto, señor, su esposa está muy buena…” Susurró.Le dije que iría a bailar con Ana y a las tres regresaríamos a nuestra casa. Si él quería, podría esperarnos en la puerta… Le escribí la dirección y mi teléfono en una servilleta.Al salir del restaurante me acerqué a mi sensual mujercita y le comí la boca con ganas. Ella me correspondió y nuestras lenguas se fusionaron en un beso muy caliente.Fuimos a un pub cercano. Al llegar a la puerta observé que el local estaba lleno, casi hasta la entrada.Anita entró adelante y nos dirigimos hacia la barra. Cada dos pasos, alguna mano intrépida le cacheteaba el culo. Pero yo no podía evitarlo; ni tampoco me ...