1. La chica de la biblioteca


    Fecha: 26/06/2018, Categorías: Masturbación Fantasías Eróticas Autor: Cronopio, Fuente: CuentoRelatos

    Solía ir a la biblioteca a diario. Todos los días al salir de clase, me gustaba tomarme un par de horas para relajarme escribiendo. Perderme en la inmensidad de las palabras y olvidar todo lo demás. Pero aquel día fue distinto. Aunque había llegado a la hora de todos los días, con mis folios de siempre y en mi sitio habitual, sentía que aquella tarde no era la misma. Quizá porque empezaba la primavera, y mis breves 25 años lo notaban. Durante el primer rato, todo era igual. Fuera, la lluvia vació las calles. Dentro de la biblioteca solo estábamos yo, una atractiva pelirroja en la mesa de enfrente y la bibliotecaria, al otro lado de la sala, sin apartar la vista de su ordenador. Yo me fijé en la chica joven. Aparentaba unos 18 o 19 años. La silla moldeaba su vestido de flores estampadas, de falda corta y tirantes. El escote resaltaba sus grandes y apretados pechos, y por abajo se veían sus finas pero tonificadas piernas. Era realmente atractiva. Ligeramente pálida, algo que destacaba aún más con sus labios pintados de rojo intenso y sus mofletes colorados. De vez en cuando, la miraba de reojo. En otras ocasiones, era ella la que clavaba sus ojos en mí. Pasó una hora, y yo fui incapaz de concentrarme en la escritura. Tan solo pensaba en lo mucho que me excitaba la hermosa chica. Ella tampoco parecía prestar mucha atención a sus apuntes de química. Sin embargo, lo que pasó después jamás me lo hubiera esperado. Como si nada, dirigió su mano derecha, disimuladamente, hasta su ...
    ... entrepierna. Por encima del vestido, comenzó a frotar, mientras cerraba los ojos y soltaba leves suspiros. Yo no sabía qué hacer. ¿Realmente estaba ocurriendo aquello? Yo ya no disimulaba para fijarme en ella, y la chica lo sabía. Me miró sin dejar de frotar suavemente, se mordió el labio inferior y paró la actividad. Por un momento, pensé que ahí había acabado el espectáculo. Otros diez minutos después de aquello, yo estaba fuera de mí. Tan solo podía pensar en la chica masturbándose frente a mí y a la tremenda erección que me había provocado. Mientras intentaba retomar el papel y el lápiz, vi que ella estaba girando su silla hacia mí. La mesa quedaba a su izquierda, y pude admirar su espectacular cuerpo mirándome. Evitando cualquier disimulo, aunque procurando no hacer ruido, ella se levantó el vestido hasta la cintura, dejándome ver con absoluta claridad que no llevaba bragas. Sus hermosas piernas terminaban en una vagina totalmente rasurada de labios carnosos. La luz hizo evidente la humedad de su precioso sexo, fruto de la excitación que la joven tenía. La chica separó ligeramente las piernas mientras me sonreía. Yo no sabía qué narices hacer, más que disfrutar al máximo de aquel momento. Ella volvió a llevarse la mano derecha a la entrepierna, y ahora podía ver perfectamente cómo se masturbaba al tiempo que no apartaba su mirada de mí. En ningún momento ocultó su sonrisa, que solo disimulaba cuando abría la boca para soltar esbozos de placer. Empezó pasando el dedo corazón ...
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