Permíteme pajearte
Fecha: 30/06/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: MilkyQueen, Fuente: SexoSinTabues
Lo que siente mi esposo cuando lo masturbo, lo sentirás tú al leer mi escrito… Debo admitirlo. Me fascina generar esa sensación de morbo y deseo en los hombres, y más cuando sé que mis palabras tienen un poder tal que son capaces de clavarse pajas pensando en mí o en lo que les relato. Lo siento chicas, pero esta vez mi escrito va dedicado para los caballeros. En su momento relataré uno para ustedes solitas, espero no se molesten conmigo. No es mi intención excluir a nadie, pueden seguir leyendo. Este relato está escrito con la intención de que tú, mi estimado lector, puedas calentarte un poco y quién sabe, tal vez puedas correrte una buena paja o cogerte a tu pareja ya encarrerado. Les contaré lo que hago con mi marido para hacerlo correr, y quizás les guste traspolar mis palabras en su persona. Lo que yo narre haciéndole a él, podrían imaginarlo para ustedes. Me gustaría, pues, narrarlo como si estuviera describiéndoselo a él, para que ustedes puedan hacer suya la sensación de mi historia, y así puedan terminar con una cosquillita genial o un orgasmo pleno, a su elección. Los dos comenzamos a besarnos con mucha calentura. Suelo, como ya sabes, acariciar tu pecho desnudo, si hay alguna prenda de por medio la quito con rapidez y acaricio tu torso con las yemas de mis dedos, y siento cómo se eriza tu piel. Tus pezones, pequeños y oscuros, se vuelven duros y están al tanto de lo que mis manos pretenden hacerte. Beso tu cuello y lo lamo con mucha lentitud, sé que eso te ...
... encanta. Unos cuantos susurros sucios y caricias en la cara te prenden al máximo. Mientras succiono tu hermoso cuello, bajo mis manos traviesas hacia tu bulto, tan delicioso y apetecible, porque sé que me espera ansioso y brinca debajo de tus trusas. Lamiendo tu salado pecho, bajo hasta tu pubis y comienzo a besarlo hasta llegar a mi presa. Sé que te pones nervioso pero no te preocupes, será lo mismo de otras veces… Eso que te hace llegar al orgasmo en un solo movimiento. Con cuidado saco ese enorme miembro que me pone a mil, y lo siento tibio, incluso está sacando ya un poco de líquido. Lo pruebo juguetonamente con la punta de la lengua y miro como brinca, tímido pero impaciente para que lo atiendan. ¡Lo sé pequeño! Pero tengo que atender al más grandote primero. Te recuesto en nuestra mullida cama y veo como abres tus piernas, aumentando aún más mi rango para acecharte y atacar. ¡Me encantan tus preciosos testículos! ¿Te lo había dicho? Siempre dices que sientes vergüenza cuando los toco pero, en verdad son lindos y me gusta darles el trato que merecen. Los acaricio suavemente, porque sé que te molesta cuando empiezo. Luego acerco mis labios a ellos y los beso un poco, mientras con la punta de mi lengua rozo su arrugada y suave dermis. Siento cómo se contrae la piel, ¡me gusta tanto eso! Porque significa que te gusta y que estás dispuesto a dejarme seguir. Con una mano los paso por mi palma y con la otra los acaricio, me encanta tanto su textura que podría quedarme prendida a ...