1. Emilio (El tío Benito)


    Fecha: 01/07/2018, Categorías: Gays Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... mostrador del guarda ropa, leía una revista de investigación, por puro entretenimiento. Pero, en cuanto vio entrar a Benito, lo dejó y se dirigió a él. - ¡Buenas tardes! D. Benito… - ¡Hola!, ¡buenas tardes!… ¿que haces aquí? - Es que, D. Prudencio me ha pedido que vigile la entrá; hoy tenemos un invitáo especial... y no quiere sobresaltos. - ¡Ah!... ¡perfecto!. ¿Somos muchos? - De momento, solo seis… ... y Vds, ¡claro!... - ¡Está bien!. Pero, nosotros queremos un reservado, ¿no?; y miró a Pepe. Pepe asintió con la cabeza… - Les parece bien el número 3. - ¡Perfecto! Entraron en el bar, y vieron a Cesar, el chico del chiringuito, en compañía de Prudencio y Antoñito, que en la barra; uno aun lado y otro al otro, se lo estaban trabajando mientras tomaban algo. Algunos curiosos, sentados en la mesa de al lado miraban atentamente sus maniobras. - ¡Coño!, mira quién está ahí, dijo Pepe… Emilio se alegró de ver a ese machote, de tan buen porte allí. Sabía que a pesar de ese semblante tan serio, era un tío completamente accesible; y además, guapísimo. - ¡Bffff!… ¡madre mía!... ¡que rico está el condenáo!. ¡Mira!, ¡mira!... como le tocan el culo Pruden y Antoñito se mantenían bien pegaditos a él; y lo manoseaban con absoluto descaro… - ¡Se están bebiendo los primeros ...
    ... cubatas!, dijo Benito… y se les ve a gusto, ¡eh!… El chico recibía las caricias sin inmutarse. Y Pruden, ya había empezado a tocarle el rabo. Antoñito, sin embargo se había movido un poco para colocarse detrás de él y acariciarle entre la piernas, jugando con la raja del culo, presionandola de arriba a abajo. Y cuando vio que Pruden le empezaba a besar en el cuello, le cogió de los huevos y metió la cara entre las nalgas. Simón, que estaba mirando el percal, en la mesa de al lado, levantó la mano para que Benito le viera. Y Benito se acercó a él. - ¡Ya veo que hoy traes muy buena compañía, eh!. - Es mi sobrino, que ha venido a pasar unos días con nosotros. Luego te lo presento. - ¿Y porque no ahora? - ¡Emilin!. Así le llamamos nosotros; y solo tienes que mirarlo para darte cuenta de que es un ejemplar poco corriente. ¿Verdá, Pepe? - ¡Encantáo!; y le echó mano al paquete… … yo soy Simón, cogiéndole la mano y llevándosela junto a la bragueta. Emilio, miró a su tío. - ¡Niño!, estás en confianza. Aquí venimos tos a lo mismo; y le cogió de los hombros para comerle los morros delante de todos. Y cuando Pepe vio esto, aprovechó para acercarse a los dos, y tirando de las caderas del chico, arrimarle la cebolleta entre las nalgas; y demostrarle a la mesa, que el chico era de ellos. 
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