1. Camionero con olor a polla (Parte 2)


    Fecha: 07/07/2018, Categorías: Gays Autor: renovatio111, Fuente: xHamster

    ... si no volvía y no podía contarle lo que me había estado haciendo. Pero prometió visitarnos en la próxima parada de la noche siguiente. Yo creía que su capullo iba a salir sucio de mi interior, pero relucía brillante por la humedad, se ve que eran mis sensaciones de placer los que me habían hecho pensar así. Antes de que se cerrara la bragueta salté hacia él y le besé las pelotas y el glande. Mientras lo hacía levanté la mirada y le dije - ...gracias David...! - Él, sorprendido, me sonrió, se inclinó y me dio un beso muy húmedo en la boca que olía también a la saliva de Tomás. . Luego se metió la camiseta dentro del pantalón se abrochó y se fue. Tomás y yo nos abrazamos dispuestos a dormir, satisfechos y vacíos. Ya relajados el camionero se tiró un par de pedos sonoros que inundaron la cabina y me hicieron sentir la pequeña humillación de estar allí, agradecido ante un macho desconocido y pedorro por haberme descubierto un mundo nuevo de sensaciones placenteras.Respirando su olor dulzón me dormí abrazado a su cuello encima de la colchoneta mojada de semen. Sentí que lo quería más de lo que pensaba. Era tan fuerte y musculoso, me sentía tan bien entre sus brazos...Por la mañana despertamos unidos, Tomás tenía los cojones gordos y encima su pene descansaba como un pajarillo redondo que parecía un tercer huevo más grande aún que los otros. Anidando en sus pelos ensortijados y negros que brillaban bajo la luz matutina. Olíamos a sexo y teníamos sombra de barba en la cara, él ...
    ... más que yo es verdad, éramos dos machos descansando con las pollas colgando entre las piernas. Tomás se desperezó y echó una de sus piernas encima de las mías, luego con cariño se acercó a mi boca y mirándome a los ojos me dio un beso en los labios. Le eché los brazos al cuello como una niño y dejé que él me rodeara la cintura. Nos besamos con afecto, chupeteándonos las bocas, lamiéndonos las lenguas, rascándonos mutuamente con las barbas. Echados de lado y con las piernas entrelazadas, nuestros sexos se frotaban uno contra otro, despertando a la erección. Nuestros pechos anchos y musculosos de machos (más el de Tomás claro, pero yo no estaba mal porque había practicado mucha natación) rozándose pezones contra pezones, nuestros estómagos pegados respirando juntos y sobre todo nuestras lenguas mezclando las salivas, hundiéndose en la boca del otro hasta que no podíamos más. Respirábamos juntos y sentía muy cerca todo el olor del cuerpo del camionero, su aliento que me entraba a cada beso, la fragancia acre de sus sobacos peludos, el perfume de nuestros sexos y del de David que inundaba la cabina, el olorcillo a huevos sudados, el pelo de Tomás que a cada beso despedía un olor levemente grasiento, a hombre, que me calentaba. Me imaginé su vida de todos los días, con su madre quizá dándole la comida, con su padre compartiendo un programa de televisión, con su novia culiando. Terminamos muy cachondos jugueteando con nuestros labios, lamiéndonos el cuello y las orejas. Pero no lo ...
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