1. La historia de Soraya


    Fecha: 08/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: Peli, Fuente: CuentoRelatos

    ... dándole así una alegría a mí esposo... y a Don Luis, que lo utilizaba casi más que mi marido. Con el paso de los meses empezó a llevarme cuando salía de viaje, pues le era muy útil como secretaria... y mucho más aun como amante. Creo innecesario decirles que salvo en muy contadas ocasiones si no era él quien venía a pasar la noche en mi habitación era yo la que debía desplazarme hasta la suya. Supongo que ya se hacen una idea de cuan largas y agotadoras podían ser esas noches, en las que las camas solían acabar tan desechas como yo... pero lo que no suponen es lo mucho que se divertía Don Luis conmigo durante el día. Después de tanto tiempo he llegado a la conclusión que el elegirme a mí como amante y secretaria en lugar de a otra chica es por el poder que tenía, y tiene, sobre mí. Pues la mayoría de las chicas se negarían a seguirle la corriente cuando se dieran cuenta de lo mucho que le gusta a Don Luis exhibir a su acompañante. No me refiero a que en esos viajes me obligue a llevar ropa más o menos provocativa, eso es bastante aceptable, me refiero a cuando decide ir un poco más allá. Cuando me obliga a prescindir de corsés o sujetadores, a pesar de que ambos sabemos que mis grandes senos se marcaran demasiado en la fina y ajustada tela de esos vestidos, haciendo que mis pezones se transparenten muchísimo más de lo que sería aceptable. O cuando me obliga a permanecer con las piernas separadas delante de sus clientes en las reuniones, mostrándoles con ello mis reducidos ...
    ... tanguitas... si es que tengo la suerte de poder llevarlos. Pues eso depende casi siempre de si Don Luis me ha obligado a depilarme la almejita antes de salir de la ciudad o si ha preferido que mi espesa mata de vello permanezca como la enmarañada selva que suele ser. Cuando voy depilada me suele permitir usar tanguitas ajustados, pues le encanta ver como mis labios íntimos se marcan en el tejido, resaltando aún más por el contraste. Sin embargo, cuando llevo un tiempo sin que me permita recortar mi espesa mata de vello púbico es raro que me permita usar braguitas, pues le vuelve loco vislumbrar mi oscura selva cuando cruzo las piernas. Aunque estoy convencida de que se excita muchísimo mas cuando sabe que alguien me puede ver... y si ese alguien es un cliente, o un conocido, miel sobre hojuelas. Siempre recordare aquella ocasión en la que, tras negarme en redondo a acompañarle a una playa nudista, Don Luis me “castigo” obligándome a hacer toples en una concurrida playa cercana. No solo por el interés que mis abultados senos blancos despertaban en la gente que nos rodeaban, sino porque el reducido tanguita que hube de ponerme a duras penas podía contener la pelambrera que amenazaba con desbordarse por todas partes. Les aseguro que para mí fue un suplicio salir del agua y comprobar que no tenía forma alguna de retener mis largos pelos mojados dentro de tan poca tela. Y, al ser tan negros, y la tela tan blanca, dudo que nadie alrededor dejara de percatarse de mi exhibición. ...
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