1. La ventana indiscreta


    Fecha: 01/10/2017, Categorías: Hetero Autor: waldo1992, Fuente: RelatosEróticos

    ... vista y noté como ataba la cuerda también a mis muñecas, evitando que pudiera separar los brazos del respaldo. Finalmente hizo lo mismo con mi otro tobillo, dejando mis piernas bien abiertas. De nuevo se fue hacia atrás y noté como la cuerda pasaba por mi cintura, lo que me dejaba bien cerca del respaldo. La cuerda subió por mi pecho y la pasó por debajo de mis brazos, cruzándola por detrás del cuello y dando un par de vueltas al mismo dejando bien tirante y evitando que pudiera casi moverme si no quería ahogarme. Esos instantes fueron inacabables y el dolor de mi polla era total por la erección. No contenta con eso fue a coger sus medias usadas. Estaban arrugadas y era evidente que no estaban limpias. Para confirmármelo me las puso en la cara; primero los pies, luego la parte de la entrepierna. Las había usado ese día mismo y estaban “frescas”. Tras divertirse obligándome a oler su intimidad ató mi polla y mis huevos con un extremo del panti. A parte del dolor se aseguraba que mi erección no se iba a ir bajo ningún concepto, ya que la sangre acumulada no podía escaparse y eso aseguraba que mi miembro estuviera en constante tensión y listo para ser usado. Pasando el panti por debajo de mi culo (le costó lo suyo pero evidentemente yo la ayudé) lo subió por mi espalda hasta mi cuello. Dando vueltas alrededor de mi mandíbula me amordazó con el otro extremo, dejando la parte del otro pie justo delante de mi nariz. El olor era fuerte pero, para variar, me ponía muy cachondo. Una ...
    ... vez hubo terminado se separó para admirar su obra de arte. Yo, para mostrarle que había hecho un buen trabajo intenté desatarme, soltar mis piernas o levantarme pero fue inútil, estaba bien atado e inmovilizado. Ella, orgullosa se dirigió a la escalera y retomó su trabajo como si nada. Eso me indignó del todo, porqué estaba muy cachondo y la muy zorra pasaba de mí. Protesté a través de mi mordaza pero no obtuve respuesta alguna. Es más, se fue un segundo de la habitación para subir el volumen de la música y volvió a subirse a la escalera. Así estuvo un buen rato pero era evidente que ni ella podía esperar tanto. Fue entonces cuando, al ritmo de la música, se sacó la camiseta mostrándome su espalda. Mirándome por encima del hombro se soltó la cola del pelo y su media melena cayó libre medio cubriendo su rostro. Sin esperar ni un instante se soltó el cierre del sujetador y lo dejó caer al suelo. Acto seguido se dio la vuelta cubriendo sus pechos (¿Era eso posible?) con sus brazos. Los presionaba fuertemente lo que provocaba que intentaran escapar por arriba y por abajo. Mis ojos como platos debieron agradarle porque sonrió y apartó los brazos dejando que sus mamas cayeran libremente. Creo que ahí mi pulso se aceleró hasta el punto de temer por mi salud cardíaca. Ella, caminando al son de la música se acercó y puso uno de sus grandes pezones frente a mis narices. Yo, intentando alcanzarlo casi me ahogo. Las cuerdas me impedían acercarme y la respiración profunda hacía que cada ...
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