El tanga negro de encaje
Fecha: 16/07/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... porque tampoco había correspondido a ese beso. Se mantuvo con los ojos cerrados, a sabiendas que su amistad nunca sería igual, que seguramente Emma la ignoraría a partir de ese mismo momento. Pero Emma la sorprendió. Siempre lo hacía, siembre conseguía hacer algo que Nicole no había previsto. Emma la besó con pasión y le colocó una mano en su mejilla. Nicole sintió el sabor a fresas con chocolate en los labios de Emma, y Emma sintió el sabor de la menta y la canela en los labios de Nicole. Emma presionó más a Nicole contra ella, y Nicole agarró la cintura de Emma con fuerza a la par que alargaba su pierna y rodeaba a Emma con ella. Emma soltó la mejilla de Nicole y pellizcó varias veces seguidas la pierna desnuda de Nicole que la rodeaba, y poco a poco, dejándose llevar por el momento, fue acariciando su piel mientras subía más y más hacia las baguitas negras de encaje que le había visto entre las piernas. Entre beso y beso, Nicole soltó un gemido ahogado al sentir la mano de Emma en su trasero, porque cabe decir que Emma había descubierto que Nicole llevaba tanga. Pellizcó el trasero de Nicole, y sintió cómo a raíz de esto, sus pezones se endurecían. Quería poseer a Nicole allí mismo, con su familia en la otra habitación, no le importaba. Nicole no se quería quedar atrás, pero como casi no se podía mover por la posición en que se encontraban, optó por utilizar su lengua. La sacó y la movió dentro de la boca de Emma, y después empezó a lamer y a besar su barbilla, mordió ...
... sus mejillas y, con la lengua, bordó el camino hacia el cuello, que mordió, besó, lamió y succionó. Emma quería más. Se alzó, se puso de rodillas, cogió las piernas de Nicole y las puso alrededor de su cintura, y la levantó para colocarla en vertical sobre la cama. Cuando se dispuso a quitarle el tanga, sintió con sus manos la piel de sus muslos, y no pudo evitar acariciarla, una y otra vez, dulcemente con sus uñas. A Nicole le provocó un placer nuevo y maravilloso. Emma miró un poco más arriba de las piernas de Nicole, y vio el tanga negro de encaje, ocultando aquello que en ese momento ella ansiaba más tocar. Alargó los brazos, cogió el tanga y lo deslizó por los muslos de Nicole hasta sus pies, y lo tiró al suelo. Miró a Nicole. Su pelo revuelto y sus labios rojos le gritaban, todo su cuerpo le pedía que la hiciese suya. —Oh, Dios mío —susurró Emma, al sentir que no podía contener toda la pasión que sentía en ese momento. —Oh, Emma —murmuró Nicole. Se incorporó con las piernas abiertas. Rodeó a Emma con sus piernas, se acercó a su oreja y empezó a lamérsela. Emma cerró los ojos de placer. —¿No estamos… yendo… demasiado rápido? —logró preguntar Emma, mientras lidiaba con el gozo que le proporcionaba Nicole. Nicole se detuvo, se acercó más a su oreja, y le susurró: —Muéstrame tu lado más erótico, Emma. Emma. Emma. Por Dios, hazme tuya. Nicole cogió la mano de Emma y la colocó encima de uno de sus pechos, e hizo que la masajease. Nicole echó la cabeza hacia atrás y expiró ...