Mi hermana vive alzada
Fecha: 18/07/2018,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... hasta que, en medio de mi siesta oí la voz de Sonia entre la radio y el taladro del vecino. ¡ahora vengo giles, total mi vieja no viene hasta dentro de un rato, así que me voy a poner algo lindo! Pronto Sonia entró a la pieza, y sin saber que yo me hacía el dormido se desnudó sentada en mi cama. Después buscó en el ropero y la vi irse luciendo solo una bombacha azul y un topsito deportivo. Sería hipócrita negar que tomé entre mis manos el montón de ropa que dejó en el suelo para buscar su calzón y olerlo con todas mis fuerzas, a la vez que notaba que mi pene razonaba hinchando sus venas y, afuera se oían silbidos de aprobación. ¡nunca había olido una bombacha de ninguna mujer, por más que me lo propusiera! Me horrorizaba que fuera la bombacha de mi hermana la que me hiciera arder de deseo con el aroma de un sudor inexpresivo junto a un destello de flujos recién nacidos. Pero sentí un golpe de realidad en el exacto momento en el que saqué la pija para menearla un poco. Me levanté vestido y eufórico dispuesto a investigar, y vi a Sonia sentada en la falda de un rubio que la besaba en la boca mientras otro con terrible cara de villa le tocaba las gomas. ¡¿qué pensás hacer atorrantita? Mami no está pero yo le voy a contar todo si no la cortás!, dije incapaz de establecer autoridad. Ella me sacó la lengua, abrió las piernas y frotó la cola en el bulto del rubio, entretanto buscaba con su mano en el pantalón del villero. Fue todo tan rápido que no sé por qué fue que no tuve ...
... fuerzas para detenerla. Su top cayó al suelo. El rubio y el villero se compartían sus tetas con sus bocas y ella gemía palpando la dureza de sus pijas, iluminando sus ojos y repitiendo; ¡qué duritas las tienen, qué ricas pijas me voy a comer! Pronto sus rodillas se friccionaban en el piso, su boca lamía y su nariz olía con escandalosa pasión las vergas de los pibes, y en cuestión de segundos, uno a uno comenzó a cogerle la garganta. Afortunadamente mi tío afuera golpeó tres veces la ventana, y los pibes debieron apresurar su ofrenda para todo lo que la guacha les había generado. Uno le acabó en la boca y el otro en la cara mientras ella lo pajeaba apurada y se la pedía con una vocecita de puta que, ni yo sé cómo no me acabé encima. Tuve que vigilar la puerta para que el tío no entre así como así, mientras ellos se acomodaban ante sus carpetas y mochilas. Sonia entró a la pieza en bolas, y dejó su bombacha tirada bajo una silla. Cuando apareció vestida un repentino alivio se apoderó del ambiente. Esa misma noche intenté hablar con ella, pero mis viejos lo empañaron todo con una nueva y absurda pelea, y hubo que salir a separarlos para que no se maten a trompadas y nos quedemos sin platos de vidrio. En ese mismo mes, un domingo entré a la pieza para cambiarme después de haber jugado al fútbol con mis primos. Prendí la luz, y quedé atónito por el espectáculo. Sonia estaba tirada arriba de uno de los pibes del barrio, en la cama y en bombacha. Ella lo besaba con su pija en la mano, y ...