Ana en la piscina del club
Fecha: 02/08/2018,
Categorías:
Sexo Duro
Sexo con Maduras
Voyerismo
Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster
Ana en la piscina del clubHacía mucho calor en esa mañana de verano y Anita me propuso ir al club para disfrutar de la piscina. Aunque era Sábado, yo me había traído algunos papeles de la oficina y entonces le respondí que se adelantara ella; si yo terminaba con mi trabajo pendiente, tal vez nos encontraríamos más tarde…Bastante más temprano de lo esperado, pude finalizar mis tareas y entonces yo también me dirigí al club. Me cambié en el vestuario y enfilé hacia la piscina. Me acerqué a una especie de terraza baja, desde donde podía verse todo el lugar y la gente que pululaba cerca de la piscina.No había rastros de mi dulce esposa. Yo no reconocía el color de su bikini, pero luego de mirar en todas direcciones, llegué a la conclusión de que Ana era la mujer que estaba tumbada boca abajo en una reposera, disfrutando del sol en su espalda y exhibiendo sus perfectas nalgas redondeadas a todo el mundo alrededor, ya que una tanga de color rojo coral se perdía metida entre esos dos cachetes que tan bien yo conocía. Tenía un gran sombrero de paja sobre su cabeza, que le cubría los hombros.Iba a dirigirme hacia ella, cuando vi que un hombre joven rubio se sentaba en una reposera muy cercana y estiraba su mano hacia las redondeces de mi mujercita.Ana giró perezosamente en su reposera, para ver quién le estaba sobando la cola. No parecía importarle demasiado que fuera un perfecto desconocido. Intercambiaron algunas palabras y ella volvió a tumbarse boca abajo sobre la tolla, ...
... mientras el tipo ahora se recostaba más cerca de su cuerpo, sin que sus manos se despegaran del culo de mi dulce mujercita…De repente Ana separó un poco sus muslos y el joven rubio aprovechó para separar esos cachetes, corriendo la tanga a un lado y dejando a la vista la vulva y la entrada trasera de mi esposa. Parecía que Ana no había notado esos movimientosAcariciando y acariciando, su mano se deslizó donde se juntaban las piernas de ella, y, sin dejar de tocarla, sus caricias se hicieron cada vez más insistentes, al punto de comenzar a masturbarla.Ana entonces entendió la situación y se volteó, sentándose sobre la toalla; intentó con una de sus manos alejar la de él, pero al ver su insistencia, separó un poco más sus muslos, para permitirle al rubio un mejor acceso a su vulva.Mientras el tipo le metía los dedos más profundamente en la concha, Ana parecía estar ausente, pero suspirando de placer. Después de unos instantes la vi temblar y supe que había acabado en los dedos de ese desconocido.Entonces Ana se levantó y se dirigió hacia el borde de la piscina, bamboleando sus suaves caderas a la vista de todos los hombres que la devoraban con la mirada. El rubio no se quedó atrás; un par de segundos después se zambulló de cabeza y apareció a espaldas de mi esposa.Arrinconó a Ana contra el borde de la piscina y de repente pude ver que sus manos bajaban a la cintura de mi esposa, deslizando la tanga por sus piernas. Las sacó del agua con un gesto triunfal y ella protestó tratando de ...