Ir por lana y volver con el culo desvirgado
Fecha: 05/08/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Bisexuales
Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos
... experimentar... Como a ti, aunque no lo sabías. Carlos se quedó un momento pensativo. —Tal vez... —admitió—. Quizá llevas razón... —volvió a quedarse pensando y al poco acabó pidiéndome (“No fumáis, ¿verdad?”) un whisky “si es posible”. Me fui a la sala de estar por vasos y el whisky y lo dejé reflexionando todavía. Pero al regresar, estaba charlando relajadamente con mi mujer. “Reconozco que nunca había disfrutado tanto con una mamada —le decía—. No me lo imaginaba”. Serví whisky para los tres. Carlos nos hizo brindar por algo así como “por orgasmos de la hostia” y vació el vaso casi de un trago. Mientras le escanciaba otro whisky, conseguí que repitiese lo de que “no hubiese imaginado nunca que me gustase tanto la mamada de un tío”. —Sobre todo, porque no soy gay —concluyó, tras acabarse el segundo whisky. Le volví a llenar el vaso, mientras le argumentaba que no era necesario ser gay para ser sexualmente curioso y flexible. —Si lo pruebas, puedes elegir —terminé. —¡Vamos, vamos! Menos charlar y más actuar, tíos —se quejó Helena, tumbada de espaldas sobre la cama—. Estoy supercaliente. ¡Necesito una polla brava! —abierta de piernas, exhibía la raja rosada de su coño mojado. Carlos, que ya se había pimplado también el tercer whisky y que tenía de nuevo una digna erección, se fue hacia mi mujer alegremente. Subió a la cama y, arrodillándose frente a ella, le clavó su gorda polla en el chocho y se puso a follarla con entusiasmo. Yo, de un salto, me subí a la cama. Me coloqué ...
... de pie frente a Carlos, con las piernas abiertas en compás, una a cada lado de la cintura de mi mujer, y con mi verga apuntando a la cara del tío. Aprovechando el flamante ataque de júbilo de éste, le acerqué mi polla a la boca. —¡Chúpamela! —le exigí. —¡Hostia! —exclamó, parando de golpe la jodienda e, indeciso, se quedó mirando, como hipnotizado, mi cipote en primer plano. Helena, que lo contemplaba todo desde abajo (prácticamente desde debajo de mis cojones), protestó: —¡Aaaah! ¡Tío, no pares! ¡Aaaah! ¡Fóllame y mámasela de una vez! Carlos, con mi polla en sus narices, dudó unos segundos más. —¡Vamos, vamos, cariño! —le estimuló Helena. Finalmente, tal vez a causa de la desinhibición alcohólica, balbuceó: —Todo... Quiero probarlo todo... Todo... Muy caliente... Lo haré todo... Lo quiero... Tíos... Me caéis muy... muy bien... Después, con cierta cautela, se metió en la boca solo el capullo de mi polla y se mantuvo inmóvil momentáneamente. Noté enseguida su lengua húmeda que me rozaba el frenillo y, por todo mi sistema nervioso, saltaron chispas de placer. Así que le retuve su cabeza, le hundí el cipote hasta la garganta y me puse a follarle la boca con una profunda lascivia que hacía crecer mi placer rápidamente. Carlos reaccionó con cierta contención. En principio, se dejó hacer. Se adaptó al ritmo de mi irrumación e, incluso, a cada vaivén, intentaba tomar la iniciativa. Pero pronto le entró una desbordante euforia. Aceleró su movimiento coital para gozo de mi mujer que se ...