Un viaje para toda la vida
Fecha: 06/08/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... monstruo de casí veinte centímetros que rebalsaba mis dos manos juntas, tuve que tragar saliva para no babear. Llegamos al lugar, sin hablar me despojó de toda la ropa antes de que yo pudiera ver bien donde estábamos, yo le hice lo propio. Así desnuda, con el frío de la ciudad y el brutal instrumento a la vista, de pronto me sentí desprotegida, temerosa, quería hacer el amor pero al mismo tiempo pensaba en el dolor de la penetración, por un momento dude y le pedí que sólo jugáramos. El muy zorro aceptó, comprensivo. Me hecho sobre una cama y empezó a acariciar mi cuerpo con suavidad, calmándome y prometiendo que sólo me tocaría para relajar mi ansiedad; luego de jugar con mis pezones y de recorrer con maestría mi vientre, posó sus dedos en mi almejita, jamás tocada por manos ajenas; eso me electrizó y lancé el primer gemido de los muchos que emitiría en esta bella ciudad. Cuidadosamente separó mis labios vaginales con la mano derecha mientras me acariciaba la boca con un dedo de la izquierda que yo trataba de morder sin éxito; por primera vez comprobé la total conexión sensitiva que tenemos las mujeres en nuestros dos juegos de labios y eso me excitó por completo. Cuando subió hasta mi clítoris para frotarlo rítmica y suavemente, perdí el control, al minuto tuve mi primer orgasmo entre gritos de placer que de seguro escucharon los vecinos. Estaba tan lubricada que casi no sentí el dolor del desgarro cuando se me echó encima y me introdujo su enorme pinga hasta el estomago ...
... (así lo sentí yo). Una vez que estuvo sobre mí atacó sin piedad, recién había disfrutado de mi orgasmo y me sentía como gelatina, mi cuerpo sólo recibía a aquel taladro humano, que entraba y salía con una destreza sin par, yo no tenía fuerzas para mover ni un músculo. Vaya si lo estaba disfrutando el muy animal, jadeaba y me decía todo tipo de obscenidades que en ese momento me hacían sentir la mujer más puta del mundo (y a todas las mujeres nos encanta sentirnos putas mientras nos penetran); pasaron como quince minutos y yo, aunque disfrutaba mucho, no llegaba a tener otro orgasmo. El estaba ansioso pero no se desesperó; me dio la vuelta y me dijo que mi culo era lo mejor de este mundo, que siempre que me veía caminar se lo imaginaba bailando desnudo al compás de su pene; mientras decía todo aquello me abrió las piernas y me penetro por detrás. No es que me hubiese desvirgado también mi orificio menor, simplemente se había acomodado de otra manera, dándome como a una perra, y eso me dijo!!eres una perra!! !!muévete perra!!, yo ya no tenía voluntad propia, así que sólo repetía sus palabras !!soy una perra!!. En esa posición, su fierro entraba por completo y me frotaba completamente las paredes de mi conchita; con cada salida su glande me jalaba el clítoris hacia arriba y al entrar nuevamente me lo jalaba hacia abajo, yo estaba en la gloria. Me volví loca, el alcohol y la pinga que tenía dentro me habían dominado totalmente; entre gritos incoherentes alusivos al tamaño de su ...