1. Mis planes y mis empleadas


    Fecha: 08/08/2018, Categorías: Dominación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... despacho. No me lo podía creer como me había engañado, estaba empalmado como un cañón, me iba a recrear en la situación y disfrutar al máximo no perdí un minuto y empecé a idear algo. La tarde no pasaba, no me moví del despacho y ya tenía todo ideado. Llegó la hora, sonó la puerta, se abrió y Ana apareció delante de mi. Ana estaba seria miraba hacia el suelo y las manos no sabía donde ponerlas, redije: Yo me quedé sentado, ella estaba de pié. Ana me miró y empezó a desabrochas los pantalones negros de su uniforme. Los dejo caer y quedó con una diminuta tanga. Obedeció, se saco los zapatos y echo el pantalón encima de la silla. La figura de Ana de pie delante de mi en tanga con los pies desnudos sobre el frio suelo me excito un montón. La chaqueta le tapaba el culo asi que le dije que se la sacara, obedeció y la echo sobre la silla. Era delgada, sus piernas también lo eran, un poco arqueadas sobre todo la parte bajo las rodillas. Los pies eran grandes para una mujer y huesudos. Las piernas se unían al llegar a la zona del pubis, algun pelo púbico asomaba sobre su diminuta tanga. Las caderas eran anchas, marcando los huesos de la cadera. La barriga plana con un profundo ombligo, las costillas se le marcaban a ambos lados de dos redondas y grandes tetas. Los hombros también marcaba los huesos y altos. Pensé que si un día llegaba a engordar aquella chica sería un tanque. Obedeció, Pude comprobar que Ana estaba muy delgadita, las piernas parecían palillos pero en cambio el culo ...
    ... era más bien grande y alargado. Dos amplias nalgas con una piel tersa, tres granitos en una de sus nalgas, la marca del bikini, un poquito de pelusilla se juntaba en la raja vertical de culo. Desde esta posición las caderas se veían rectas, la piel de naranja, lo justo de cartucheras, era real, nada de esos culos adulterados, era un culo real como la vida misma, Dios estaba como una moto. Estaba solo con la camisa blanca y el tanga. Le dije que se sacara la camisa, lo hizo luego el sujetador, siempre de espaldas a mí. Cuando solo le faltaba el tanga me quedé un rato observandola. Le dije que se diera la vuelta y ahí aparecieron sus grandes tetas, grandes para la delgadez que exhibía. Eran redondas, pero la fuerza de la gravedad hacía lo inevitable, caían y se alargaban. Los pezones un poco oscuritos. Los brazos a los lados, la cabeza al suelo y como única ropa el tanguita blanco. Ella lo hizo y simuló una pequeña sonrisa. Verla sacárselo y quedar desnuda delante de mi me volvió loco, tuve que controlarme. Yo seguía sentado en el sillón ella dio la vuelta alrededor de mi mesa y se acerco, se dio la vuelta y totalmente de pie me enseñó el culo. Se inclino un poco y separó su nalgas Las nalgas tenían algunas estrias de engordar y adelgazar, pero aquel culo me parecía precioso, era más bien alargado y se le notaba esas encipientes cartucheras que terminaría convirtiéndola en una mujer culona. Las largas manos de Ana, aferrandose a aquellas dos nalgas, que humillante y que delicioso ...
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