1. El tren


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Anal Sexo con Maduras Primera Vez Autor: amodannan, Fuente: xHamster

    ... respondí – Me marcho. Me largan para otro sitio la empresa, al parecer les gusto, pero para trabajar en Londres.- Vaya, - dijo ella con pena – la verdad no se si alegrarme o no.- Tranquila, ya respondo yo, no te alegres, al menos no por mi. ¡Qué maldita la gana que tengo! – la dije, y por algún motivo que aun hoy me pregunto continué – Y no veas, si me jode por algo, es por esto. Dejar de venir contigo en el tren.- Ja ja ja, no digas tonterías, ¡ni que fueras a echarnos de menos! – dijo.- Pues mire, - continúe – a ellas puede que no, pero a ti si. Sin bromas, y de lejos, eres la tía mas guapa y sexy que viaja en este tren.- Tonterías. Anda, anda para. No digas mas chorradas. – dijo. – Si soy una vieja, como vas a compararme con las otras a las que saco casi treinta años….- Para mi, - dije – las sacas treinta puntos en todo. – y ya lanzado – Ya quisieran ellas tener ese cuerpo tuyo, con esas piernas que enamoran y esas tetas grandes y duras….Acto seguido me arrepentí de inmediato de mis palabras. Pero ya estabandichas. Y sucedió la lógica, unos largos minutos de silencio. Yo con la cabeza cabizbaja y María mirando por la ventana. No sabíamos que decirnos. Y el tren arranco. Pasó otro par de minutos y entre el traqueteo del tren clave la mirada en esas piernas que iba a perderme para siempre, y en ese momento, María las separo un poco, abriéndolas ligeramente hacía mi, pero sin dejar de mirar por la ventana. “Suerte o muerte” decidí en ese momento, o esto era un señal o llevaba ...
    ... una ostia, pero era mi última oportunidad. Pose la mano en la rodilla mas cercana y la acaricie suavemente. No dijo nada, y más importante, tampoco cerro las piernas. Envalentonado, subí la mano por el muslo, bajando de la parte de arriba hacía abajo y retrocediendo a hasta los gemelos. Entonces, pase a la otra pierna. Llevaba meses soñando con poder tocarlas. Acariciar suavemente y sentir su piel fresca por la mañana y como su pulso subía. Al final tenía una mano en cada pierna y no paraba de subir y bajar por sus muslos, mientras ella movía los labios suavemente sin decir nada ni mirarme. Avance con la izquierda hacia su jardín secreto y encontré una braguita blanca de encaje que encerraba una mata de pelo oscuro y suave que hizo que mi verga izara la bandera. Y mientras esta mano jugaba en ese parque, fui con la derecha hasta el otro objeto de mi locura, las tetas. María llevaba ese día una camisa azul de botones dorados. Pase la mano por sus contornos sintiendo la dureza repentina de sus pezones. Estaba excitada, casi tanto como yo. Presione suavemente, y al fin pude comprobar la dureza de sus tetas. Eran como yo siempre había soñado. Redondas. Duras. Con un pezón grande que sobresalía de los pliegues de tela. Desate un botón de mitad de la camisa y metí la mano dentro. Era otro lugar cálido. Repleto de carne caliente. Pero cuando fui a soltar otro botón, María me agarro la mano.- El revisor. – dijo – Tiene que pasar.Tuve que parar. Ella se ato la camisa y volvió a mirar ...
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