1. El hambre con las ganas de comer


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Primera Vez Hetero Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos

    ... fuerza de rezar atropelladamente había sido capaz de contenerse… pero lo de ahora era distinto, notaba las bragas empapadas… y le gustaba. Quería saber qué más había, si sólo un beso era capaz de hacer sentir tantas cosas, ¿cómo sería… lo demás? Una parte de Bruno creía firmemente haber muerto y estar en el Cielo. Era imposible que el ser humano pudiera ser tan feliz como él en aquél momento, frotando su lengua contra la de ella… aaaah… Charito estaba cerrando los labios, le abrazaba la lengua en su boca… qué suavecito lo hacía… mmmh, le acariciaba la lengua con los dientes, con esos dientes pequeñitos y blancos… Bruno empezó a sacar lentamente su lengua de la boca de Charito, y, tal como esperaba, ella le siguió, no quería perder el contacto… y a la boca de Bruno le tocó recibir caricias. Charito gimió como una gatita cuando se dio cuenta de que tenía su lengua en la boca de un hombre por primera vez, y tuvo que poner los ojos en blanco de placer, ¡qué pícara se sentía…! Mmmh, a Bruno le ardía la boca, aún más que la lengua… y aún así la tenía tan fresca, parecía que acabase de tomar caramelos de menta, y la joven pensó que probablemente así era… tímidamente, acarició como él lo había hecho, dando golpecitos en las mejillas, rozándose contra los dientes, tocando el paladar y haciendo círculos con su lengua… Por un momento, y con todo el dolor de su corazón, Charito hubo de separarse para tomar aire. Bruno tenía los ojos brillantes y la cara colorada, y sonreía como si ...
    ... estuviese bebido. Y a Charito le pareció el hombre más deseable del mundo. Sin apenas darse cuenta, bajaron del sofá y se instalaron en el suelo, y cuando volvió a besarla, Bruno lo hizo con una sola mano… porque con la otra, empezó a aflojarse la corbata del uniforme hasta que se la sacó, y a desabrochar botones de su guerrera. “Ay, Dios mío… se… se está desnudando…” pensó confusamente Charito “¿deberé hacer lo mismo yo…? ¿O debo dejar que me desnude él…? Si me desnudo, lo mismo piensa que soy una guarri desesperada… y si no lo hago, quizá piense que soy una comodona…”. Pero cuando Bruno llegó al tercer botón de la guerrera y la joven vio su vello, rubio como el de la cabeza, quizás un poquitín más claro incluso, se olvidó hasta de respirar y tuvo que tomar aire de golpe. El Rubio tenía ya la guerrera suelta, y, notando el miedo de ella, le tomó una mano y la llevó a su pecho, invitándole a que le tocara. Bruno tuvo que morderse los labios para no gritar de gusto, ¡qué manos tan calentitas…! Charito temblaba, acariciaba con torpeza, pero no se detuvo. Los pezones de su compañero estaban erectos entre los rizos claros, aquél vello suave y fino que hacía cosquillas entre sus dedos cuando lo acariciaba, y la joven dejó de apoyarse en la mano izquierda para acariciar con las dos, recorrer el pecho de Bruno, acariciar sus costados y finalmente abrazarlo por debajo de la ropa, mientras éste notaba que se derretía al contacto con las manos mágicas de Charito, y empezó a inclinarse ...
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