Entrega total (capítulo 1)
Fecha: 18/08/2018,
Categorías:
Dominación
BDSM
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... polla. «Todo lo que me pasa es culpa mía y necesito ser castigada… yo misma lo intento y me azoto con la fusta, pero no golpeo con la suficiente fuerza… ¿existirá el hombre que me castigue y me domine cómo yo necesito?» —Claro que si pequeña, —dijo en voz alta Paco levantando la vista del diario brevemente para mirarla—. Si lo que quieres es castigo, no te preocupes que te vas a cagar. «Esta es mi última anotación. Mi vida está vacía y no tiene ningún sentido. He tomado una decisión. Voy a bajar al metro y me voy a tirar». Levantó la vista del cuaderno y la miró atentamente. Desnuda, medio atravesada en la cama, los pies colgando y un reguero de semen y baba saliendo lentamente por la comisura de la boca. Sintió ternura por ella y empezó a entender lo que había pasado. Fue incapaz de tirarse al metro y acabar con su vida, y ahogó su frustración en alcohol. Se levantó y dejó los cuadernos en el cajón. Abrió el armario y miró en su interior: no tenía un ropero extenso. Raro en una mujer. Encontró lo que buscaba: la fusta. Se acercó a Marta, la puso bocabajo y la propino un fuerte fustazo en el trasero. Se quejó un poco, pero no se despertó. Paco comprobó cómo el fustazo dejaba una marca rojiza en su piel. Pasó la mano y sintió con cierto placer el relieve del verdugazo. Con una mano la echó por encima la ropa de la cama, cogió su cazadora y salió de la habitación apagando la luz. Miró la hora: eran las siete y media, —«esta, cómo muy pronto hasta después de comer ni se menea»— ...
... pensó mientras salía del apartamento con las llaves de la mano. Ya tenía un plan: sabía muy bien lo que tenía que hacer. 2 Estuvo durmiendo hasta la hora de comer. A esa hora, se levantó y después de ducharse comió algo ligero. Se vistió en plan informal, con unos vaqueros y una camiseta ajustada que marcaba un poco sus músculos. Paco era un hombre que se cuidaba, y a pesar de sus casi cincuenta años, le faltaban unos meses, su aspecto era envidiable. Para él era parte de su personalidad arrogante, autoritaria y dominadora. Entendía que tenía que serlo para mantenerse a su edad en el puesto que ocupaba en la compañía. Era un lobo, el puto macho alfa, y muchos lobeznos que habían intentado quitarle su privilegiado puesto, habían terminado inclinándose ante él ofreciéndole el cuello. Su extensa experiencia y su conocimiento del área de las inversiones internacionales le hacían tener unas cifras espectaculares, y no tenía el más mínimo escrúpulo en deshacerse de cualquiera que pudiera ser una amenaza a su estatus. Eso sí, la dominación sexual no era lo suyo. Es cierto que le gustaba llevar la iniciativa cuándo tenía una mujer en la cama, pero de ahí a ser un “master” había un mundo. Se puso una chaqueta y con paso decidido, y las llaves de Marta de la mano, se encaminó a un encuentro que debía de ser crucial: había decidido entrar a lo bestia, sin chorradas ni miramientos. La iba a dominar desde el principio sin concederla la más mínima oportunidad de decisión. Salio al rellano ...