Mujer (I)
Fecha: 19/08/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hacia mis ojos y me sonrió. Podía notar en ella una gran tranquilidad por que se dijo lo que tenía que decir, sin dudas, sin malentendidos. Tan solo me pidió que no mencionara nada a nadie debido a su reciente rompimiento con su ex. No deseaba que pensaran que lo había hecho por mi o que simplemente era una coqueta que iba de uno a otro. Yo accedí y respeté su decisión. Salimos del mal caminando lentamente hacia la estación del bus. La abracé por los hombros, atrayéndola suavemente a mí. Su cuerpo tibio se aunó a mis pasos. Sin decir palabra tomamos el bus y a pesar de que le ofrecí un asiento para que viajara, prefirió quedarse de pié a mi lado tomándome de la mano. Luego de bajar cerca de su casa, caminamos lentamente hasta el umbral de su puerta y nos detuvimos, mirándonos profundamente, como buscando leer algo en nuestros ojos. Entonces sonriendo... tomé su barbilla suavemente y aproximando mis labios a los suyos, tan deseables, vi sus ojos inocentes mirando nerviosa mi acercamiento. Cuando mis labios tocaron suavemente los suyos, ella cerró los ojos y yo hice lo mismo. Solo sentía la tibieza y suavidad de esos dulces labios. No hurgué con mi lengua, no presioné con ansias. Tan solo besé su boca con gran ternura. Al apartarme la vi mirándome y una sonrisa se dibujo en su rostro. Ese beso le gustó realmente... La hice entrar a su casa y me encaminé hacia la mía. Con el paso de los días, nuestras expresiones de afecto iban aumentando en intensidad y duración. Nunca antes ...
... había gozado tanto de tan solo besar a una mujer. Era como si el 100\% de mi percepción se centrara en los labios o cualquier leve porción de piel que rozábamos. Su boca húmeda, tierna, tibia me invitaba a explorar y juguetear en su interior, haciendo que nuestras lenguas se enlazaran, se acariciaran, luchando por instantes. Su saliva, era dulce, tibia. Yo no perdía un solo detalle de esos besos, mientras que nuestras manos acariciaban el rostro, el cabello, la nuca, los hombros. Poco a como esas caricias iban logrando mayor estímulo en ambos, aunque en ella podía notar un evidente cambio. Sabiendo lo conservadora que ella era. No podía evitar sorprenderme cuando la veía reaccionar cuando mi brazo "casualmente rozaba" sus senos. El cambio de ritmo de su respiración me decía que su cuerpo empezaba a responder de una forma totalmente nueva para ella. Trataba de contener los sutiles avances de mis manos sobre su piel, el vientre, la parte baja de su espalda. Pero sin embargo, permitía e incluso participaba en el rítmico roce de mi muslo entre sus piernas. Al fin y al cabo mis manos no eran las que la estaban "tocando". Yo simplemente deje que el resto de nuestros cuerpos marcaran el ritmo y la dirección de esa mutua exploración. Durante esos intensos besos, nuestros cuerpos empezaron a entrelazarse más y más, al punto que ella terminaba montada en mi muslo, frente a mi moviéndose en un vaivén, rítmico y excitante. Nuestras caderas se buscaban por encima de la ropa en un frenético ...