1. HALLOWEEN Y LA GATA


    Fecha: 21/08/2018, Categorías: Anal Transexuales Autor: MelkartXXI, Fuente: xHamster

    No sé si estará sucediendo en vuestras ciudades, pero desde hace algún tiempo se ha vuelto habitual celebrar Halloween en Sevilla, de tal modo que no es extraño verte a la gente disfrazada de las cosas más peregrinas, desde undigimonhasta un zombi. Al principio me parecía una estupidez, pero con el tiempo toda la gente joven nos hemos ido acostumbrando, y ahora es una ocasión más para divertirse. De hecho, los disfraces son una excusa magnífica para desinhibirse, y en alguna que otra ocasión he acabado en la cama con alguna persona con la que, de otra manera, posiblemente nunca hubiese tenido sexo. Sobre uno de esos encuentros es justamente sobre los que quiero hablaros.Sucedió una noche de Halloween, dos años atrás. Por aquel entonces estaba saliendo bastante poco, en parte porque estaba echando algunas horas extras en mi trabajo, en parte porque poco tiempo atrás había roto con una chica, de tal modo que no me encontraba de mucho humor para fiestas. Por suerte, mis amigos pueden ser bastante insistentes, así que me acabaron convenciendo para salir por varios bares, tomarnos algunas copas e intentar acostarnos con cualquier chica misteriosa que nos encontrásemos. Como curiosidad diré que no se me ocurrió otra cosa salvo disfrazarme de cura, que es tan buen uniforme como cualquier otro para pecar.Tras muchas cervezas, alguna copa y una canción de Sergio Dalma en un karaoke, uno de mis mejores amigos acabó con una vampiresa, con la que iba y venía de los baños ...
    ... continuamente. La chupasangre tenía una amiga, delgada y no demasiado alta, vestida de mujer gata; aunque se notaba que no tenía mucho pecho, tenía unas caderas increíbles y unas piernas que eran toda una delicia de contemplar. Además, sé que sonará tonto, pero tenía dos ojazos esmeralda que me volvían loco. Entre que a mí me daba morbo aquella gata de ojos verdes y a ella no le hacía mucha gracia beber sola, acabamos entablando conversación, lo cual no es fácil cuando hay un señor de edad avanzada disfrazado de torero cantando a todo pulmón. A pesar de los problemas de comunicación, pronto empezamos a bromear y a reírnos (lo cual no es difícil cuando vas vestido de cura), a poner ojitos, a acariciarnos de manera inocente y, finalmente, casi sin darnos cuenta, a besarnos. Su boca tenía un sabor dulzón, como a ponche, y su lengua jugueteaba traviesa con mis labios y con mi cuello, solo para frenarse de pronto y hacer un coqueto maullido que me daban ganas de arrancarle el disfraz allí mismo. Según nuestro juego avanzaba, me di cuenta de que lo único que deseaba era desnudarla, hundir mi rostro entre sus nalgas y sus muslos, y perderme entre sus gemidos. Quería dejar atrás las horas de trabajo, el peso muerto de aquella relación acabada, absolutamente todo, y dejarme mecer por la cadencia amable del sexo.Mi amigo y la vampiresa acabaron marchándose, y ella se limitó a sonreírme y decirme: “Vivo aquí al lado”. Si hubiese habido un incendio en el local, yo no habría salido más rápido. No ...
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