1. Las bombachitas de Marisol


    Fecha: 06/09/2018, Categorías: Fetichismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Esto transcurrió cuando yo tenía 18 años. Trabajaba en una fm de mi ciudad, en un programa que se emitía de lunes a viernes de 21 a 23 horas. Había concursos, dedicatorias, música seleccionada por los oyentes, columnas informativas y publicidades. Lo normal en una radio de fines de los 90. Yo era el conductor del espacio junto a Mariano, un tipo de unos 23 que ya era conocido en el oído de la gente. Pero además estaba María Eugenia, que era la encargada de leer las cartas y atender el teléfono, Omar, nuestro operador, efectólogo y voz en of, a Mario, que era el que traía las últimas novedades musicales europeas del rock y del pop, y a Mayra, que tenía su columna chimentera. Estos dos últimos solo salían al aire dos veces por semana. En aquellos tiempos no existía whatsapp ni los mensajes de texto. Tampoco había muchos con computadoras en casa para escribir mails. Por eso el público se apersonaba para traer sus cartas, o llamaba al teléfono. La cosa es que Eugenia tenía una hermana de mi edad que se llamaba Marisol. Ella solovenía a la radio a preparar mates, compartir las masitas dulces que cocinaba y a levantarse a cualquiera que le tirara onda. Pero yo sí que me divertí con esa tetona deliciosa, de perfumes afrodisíacos como su voz de nenita buena y con sus intenciones de jugar hasta sentirse presionada, al punto que no le quedaba otra que dejarse seducir por mis manos. Como yo soy ciego, la pibita aprovechaba a calentarme de todas las maneras que su imaginación le ...
    ... dictara. El público no sabía que ella vagaba por los pasillos, el estudio y la cabina de control. Cada vez que el programa comenzaba, ella se sentaba en la misma silla que yo, bien pegada a mí. Me acariciaba la pierna, me volcaba su pelo lacio en la cara o me dibujaba formas en la espalda con sus uñas. Una vez, apenas terminé de anunciar un tema de Lerner, ella me giró la cara y me introdujo un caramelo de frutilla en la boca con su lengua. Mariano se reía como admirando el ingenio de Marisol, que en otra oportunidad, mientras hablábamos al aire con Eugenia del mal tiempo, se atrevió a tocarme la pija sobre el joggin, y no paró de hacerlo hasta que fuimos a la tanda. Pero, en los momentos en que todos estábamos en la cocinita del fondo o en el control, ella ni me hablaba. Sus 18 añitos me atormentaban día a día. No estaba enamorado de ella ni mucho menos. Pero yo todavía era virgen, aunque ya me había tranzado a un par de minitas en el colegio. A veces, Marisol abría la puerta del estudio mientras yo hablaba concentrado de temas generales, y me apoyaba sus tetas en la espalda, me soplaba su aliento en la n nuca, me lamía la oreja, me ponía sus dedos fríos en el cuello, o me decía cosas por lo bajo. Casi nunca podía descifrar con claridad aquellas palabras. Pero cierta vez me dijo: ¡ando calentita nene, y a vos se te re para cuando me tenés cerquita! Era imposible a veces seguir el hilo de la lo que estuviésemos abordando. Todo hasta el jueves en que la muy descarada, nuevamente ...
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