Las victimas de Dante: Mi hermano - Por Xeda
Fecha: 07/10/2017,
Categorías:
BDSM
Autor: Xeda, Fuente: SexoSinTabues
... hombre. Gracias a mi interminable paciencia aguante unas largas tres horas en aquella inmunda estancia. El alcohol había hecho efecto en muchos de los invitados. Mi hermano se dispuso a salir con dos mujeres bastante bien dotadas. Era mi oportunidad. Les seguí hasta el ascensor. El momento no podía ser más propicio. Los cuatro, sin testigos, bajando unos interminables 20 pisos. Hay veces que es mejor hacer las cosas rápidas, actuar sin pensar pero con eficacia. Dos pañuelos de cloroformo hicieron soñar a nuestras jóvenes acompañantes. Mi hermano se volvió hacia mí con la intención de hacer algo en tan extraña situación. Le descubrí mi cara y su rostro, enfadado hacia escasas milésimas, se tornó en felicidad. Ya le daba igual lo que le había hecho a las ahora dormidas jóvenes. Me dio un abrazo que mostraba su alegría al verme. Frio como el hielo paré el ascensor, me acerqué a él y empecé mi conquista: “Hermano, ¿quieres gozar como nunca?” No asombrado con mi pregunta, él me respondió: “Jajaja, sabía que me habías preparado algo con estas putas, pero no hacía falta que las durmieras”. Me acerqué a su oído. El calor de mi aliento y mi tranquila respiración cerca de su oreja le erizaban la piel. “No tiene nada que ver con ellas. Yo puedo darte mucho placer hermano” Antes de que pudiera articular palabra, paseé lentamente mi lengua por su cuello mientras que con una mano palpaba su cada vez más abultado pene. Su piel se ruborizo más, casi temblaba, y me dijo: “Dante ...
... hermano, me parece que has bebido demasiado. Sabes que soy más de mujeres así que mejor dejémoslo”. Yo nunca me doy por vencido, y mucho menos ante una víctima. Intentó apartarse pero mi mano, ya dentro de su pantalón, apretó sus testículos fuerte pero muy placenteramente, lo que hizo que se detuviera. Ya no le cavia el pene en el pantalón. Le estampé contra la pared del inmóvil ascensor, le quité la chaqueta y le arranqué la camisa. El temblor de sus piernas me confirmaba que un par de palabras y actuar rápido es la mejor táctica para hacer que alguien sucumba a tus encantos. Seguí lamiéndole el cuello mientras masturbaba su largo y grueso pene. Seguí bajando hasta llegar a los pezones, que después de unas cuantas visitas de mi lengua, se empinaron como si nunca lo hubieran hecho, lo que me permitió morderlos y sacarle su primer gemido. La clave es no preguntar si le gusta, lo mejor es seguir, no dejar reaccionar a tu víctima. Su pene ya empapado latía entre mis dedos. Tenía un pene bastante grande, algo curvado hacia la izquierda y bastante grueso. Sus marcadas venas seguro que ayudaban a dar placer a cualquier vagina o ano. Su glande era grande y pedía a gritos que alguien lo empapara de saliva. Le bajé los pantalones y deje al descubierto su culo perfectamente colocado sobre una delgada cintura. Empecé a chuparle los testículos, le daba pequeños y suaves mordiscos que hacían que su pene latiera con más fuerza entre mis dedos. Llevé mi lengua desde ellos hasta su glande, ya ...