El final de mi matrimonio
Fecha: 03/09/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Confesiones
Autor: Sandra_lujuria, Fuente: CuentoRelatos
... mi canal vaginal mientras sus manos separaban mis nalgas y debo confesar que al poco rato, mi cuerpo reaccionó y me permití disfrutar de lo que don Fernando me hacía, al grado de incorporarme con las manos sobre la mesa para aventar mi culo hacia atrás rítmicamente, haciendo que mi suegro me cogiera con más fuerza. Cuando sus manos comenzaron a amasar mis senos, yo no pude resistirme al orgasmo que me vino y que me hizo gemir pidiéndole a mi suegro que me pellizcara los pezones. Don Fernando se retiró de mi interior al poco rato de que yo me vine y cuando lo hizo, me puse en cuclillas y de acuerdo a lo que habíamos pactado, apreté su fierro entre mis labios y lo succioné, lo sentía húmedo de mis jugos y lo mamé hasta que su leche me llenó la boca. Me tragué la descarga y no me quité de mi lugar hasta que mi suegro me soltó la cabeza. Salí corriendo al baño a vomitar. Luego de esa noche, don Fernando y yo seguimos teniendo encuentros con frecuencia. Le excitaba mucho manosearme mientras veíamos la telenovela, seguramente le gustaba imaginar que yo era la protagonista de la televisión. A veces antes de irme a trabajar, echábamos una cogidita rápida y; por tres mil pesos dejé que se metiera a bañar conmigo y me lo hiciera en la regadera. El viejo era un voyerista completo y me pagaba por dejarlo ver cuando me cambiaba para ir al trabajo o por usar blusas escotadas a la hora de limpiar la casa y una mañana luego de pedirme que me masturbara para él, me propuso que me pagaría si ...
... lo dejaba verme cogiendo con mi marido. -Eso sí que no se va a poder, don Fernando. Hace meses que tu hijito es impotente y no hay nada que pueda hacer yo al respecto. -Bueno, entonces déjame ver cómo te coge un amigo mío. Te pagaré bien por eso. Estuve pensando en la propuesta todo ese día en la oficina. Me distraje tanto, que olvidé hacer un encargo importante del arquitecto Pablo, quien al darse cuenta de mi omisión me llamó a su oficina y lejos de las nalgadas con que yo había fantaseado tantas noches, él se dispuso a amonestarme de una forma cortés, pero muy severa y airada por mi descuido. Su molestia fue como una bomba en mi interior y aunque luché con todas mis fuerzas, no pude contener el llanto y tuve que salir a toda prisa de la oficina de mi jefe para ir a desahogarme al baño, de donde salí hasta que hubo terminado mi turno en la oficina. Malditas hormonas de embarazada. Al otro día, me sorprendí al encontrar un bonito arreglo de flores en mi escritorio cuando llegué. En él había una tarjeta de disculpas escrita a mano y firmada solo con dos iniciales P.F. y una posdata que decía “puedes presumir las flores, pero la tarjeta es secreto”. No me di cuenta cuando Angélica llegó y estaba husmeando por encima de mi regalo, tratando de echar un vistazo a la tarjeta. -¡Oye!- Le dije a la chica cuando me di cuenta de su presencia. -Son del jefe ¿Verdad? -¿Cómo sabes? -Así es él. No puede ver a una mujer llorando. Y ayer antes de irse, preguntó por ti y le dije que estabas ...