El final de mi matrimonio
Fecha: 03/09/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Confesiones
Autor: Sandra_lujuria, Fuente: CuentoRelatos
... encerrada en el baño. -¿Por qué lo hiciste? -Porque lo conozco y esa es su mayor debilidad. Deberías agradecerme y no enojarte, Sandy. Mira, hasta flores te trajo. -Pues gracias- Sentía el color subiéndome a las mejillas mientras le sonreía a Angélica. El detalle me alegró el día y cuando llegué a la casa por la tarde, cargando con mis flores, por poco no me doy cuenta que mi suegro estaba en la sala y lo acompañaba un hombre de mediana edad, algo guapo, la verdad y vestido con elegancia. -Él es Jorge. Mi abogado. Él me ayudó con lo del seguro de mi Silvia, que en paz descanse. -Mucho gusto, señora- respondió el hombre que al ponerse de pie me resultó aún más atractivo. Siempre he tenido gusto por los hombres altos. Estrechamos las manos y luego me fui a la cocina para poner las flores en un jarrón. Mi suegro entró de repente y sonreía con malicia, casi divertido. -Te gustó ¿eh?- me preguntó el viejo -No sé de qué habla, don Fernando. -No te hagas la tonta. Se nota que te gustó el abogado. Pues él es mi amigo, del que te hablé ayer. Pensé que si lo conocías antes, sería mejor y tal vez te animabas a dejarme verlos teniendo acción. -Pues… Yo… eh… -No tiene nada de malo. Es un tipo bastante simpático, es natural que te guste o ¿Qué pensaste? ¿Que te traería a un carcamal como yo para que se te muera a media cojida? Nada de eso. Quiero que lo seduzcas y te acuestes con él. Tiene que ser en la sala, para que yo pueda ver. Te daré treinta mil pesos. Será el acostón más caro de ...
... la historia, pero valdrá cada centavo ¿Qué dices? ¿Hacemos el trato? -Solo tengo una condición. Después de esto, terminamos los tratos, se termina todo. -Justo lo que pensé. Ahora tienes casi todo el dinero que me dejó Silvita y seguro que te irás en cuanto te pague lo de esta noche. Pero si tiene que ser así, que así sea- Sacó de su bolsillo un cheque a mi nombre con la cantidad que me había prometido y no dudé en tomarlo. -¿Y si no quiere tu amiguito? -¿Y crees que no va a querer? ¡Jaja! Ese cuerpecito tuyo se le antoja hasta a un ciego. No tendrás que esforzarte casi nada. El pobre está allá esperando por volver a ver esas ricas piernas que tienes. Anda. Cuando las cosas vayan subiendo de tono, yo los voy a dejar solos y estaré aquí en la cocina disfrutando de la función. -Está bien. Un último trabajo, viejo cochino; y me largo de aquí mañana mismo. Cuando mi suegro salió de la cocina, revisé el cheque de nuevo y cerré los ojos suplicándole a mi querida suegra que me perdonara por tomar así su dinero. Luego, algo más animada, pensando que ese cheque representaba cuatro meses de mi sueldo como asistente, saqué el lápiz labial de mi bolsa y dejé mis labios rojos y apetecibles; doblé con esmero un palmo de la falda de mi traje sastre para mostrar más pierna y me solté el pelo antes de salir de la cocina. -Le he platicado de tu caso a Jorge, Sandra querida. -¿Mi caso?- Pregunté asustada por pensar en que el viejo don Fernando le había contado a su amigo que me había estado ...