La partida de trivial
Fecha: 25/09/2018,
Categorías:
Grandes Series,
BDSM
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
Antes de dedicarme a aprobar unas oposiciones, mi objetivo laboral prioritario, y estabilizar más o menos definitivamente mi vida, disfruté de una beca que me permitió la independencia económica durante14 la redacción de mi –siempre inacabada- tesis doctoral, beca que incluía una estancia de seis meses en los Estados Unidos. Un par de meses antes de mi partida fui a visitar a mi hermana Felisa. Ella ha sido desde su niñez hasta nuestros días la oveja negra de nuestra familia. A los veintipocos años se lio con un hombre casado que en lugar de montarle un piso como está mandado le construyó un precioso caserío junto al monasterio de Leyre, a veinticinco minutos de Pamplona. A pesar de disfrutar de su magnífica condición económica de querida de lujo, mi hermana se sacó la carrera de psicóloga. Hoy ejerce con gran éxito tanto en el campo privado como en la Universidad Pública de Navarra. Por la época de mi visita yo ya prácticamente convivía con mi novio, bien en su preciosa casa, bien en mi minúsculo y destartalado apartamento de la calle Barbastro, que conservaba no solo por apariencias hacia mi madre, sino por propia decisión de independencia. Mi hermana empezaba a hacer sus pinitos en el Departamento universitario. Fui con el Toyota de mi novio un día de finales de septiembre y Feli me recibió tan calurosamente como siempre lo hacía con todos los miembros de mi familia, y yo era algo especial, la hermana menor, la pequeñita, la físicamente más agraciada de una casta ...
... femenina de buena simiente. Las mujeres de mi familia tienen todas un tipo envidiable y Felisa no era la excepción. Yo tenía entonces 24 añitos y ella 34. Lo pasábamos muy bien. Ella salía temprano hacia Iruña para hacer jornada intensiva. Yo me levantaba a las mil. Desayunaba y me quedaba leyendo o contemplando el paisaje hasta su vuelta en su amplia estancia abuhardillada, donde tenía una gran zona de asueto y descanso. Salíamos a comer por ahí, o los días que venía la asistenta nos preparaba una exquisitez propia de la tierra. Hacíamos una larguísima sobremesa charrando y charrando. Dábamos una vuelta o un paseo por el monte y volvíamos a la tertulia. Como suele ocurrir a menudo, cuando hablas con un arquitecto acabas tratando algún asunto de arquitectura; con un sacerdote de religión; con un psicólogo… de tu propia personalidad. Así que gracias a mi actitud abierta y al clima de confianza, hice partícipe a mi hermanita de mis fantasías eróticas, sueños despiertos, complejos e inquietudes sexuales. Feli asentía y escuchaba con atención. Poco a poco pasó a una actitud dirigista en la conversación, orientándola hacia los rincones cada vez más ocultos de mi mente. Era una gran profesional y lo estaba utilizando sin darme entonces cuenta. Prácticamente lo supo todo sobre mí, a excepción del incidente del Chateau con Hilde que era un secreto, y yo siempre los he guardado. La antevíspera de mi partida forzosa, ya que me esperaban inaplazables asuntos en el Departamento, vino a comer ...