EXORCISMO
Fecha: 10/10/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos
Al descender del coche el aire caliente le envolvió como una nube pegajosa. La caída de la noche no menguaba la temperatura, pero su mezcla con las luces de neón, la música y el gentío anunciaban el despertar de la vida nocturna de aquella ciudad impregnada de sexualidad. “Nueva Sodoma –reflexionó mirando a su alrededor– ¿Hasta cuando el Señor contendría su ira?”. –¿Padre Welles? En la puerta aguardaba una mujer negra, de unos cuarenta años, a la que el moderno hábito no disimulaba una belleza bien conservada. –¿Hermana Supplice? Lamento el retraso. No daba con la dirección. –Sígame, por favor. Es en la segunda planta. La penumbra que envolvía la escalera sugería un viejo edificio que en sus buenos tiempos gozó de un cierto aire señorial, característico de la vieja arquitectura colonial. Se detuvieron ante uno de los apartamentos y la monja llamó a la puerta. Abrió una joven mulata, guapa, menuda, de rotunda anatomía cubierta con un gaseoso vestido que dejaba al descubierto sus hombros y parte de su escote. Charlotte –así se llamaba– les guió hasta una de las habitaciones, donde aguardaba, desnuda, otra hermosa mulata de rasgos parecidos a la primera, atada de pies y manos al metálico armazón de la cama. Era también muy joven, baja y de curvilíneas formas, con anchas caderas y unos pechos pequeños pero de perfecto y redondeado volumen, como dos jugosas gotas de chocolate. El rizado pubis destacaba en su abdomen como una negra y obscena señal. Algo en su aspecto, no obstante, ...
... provocó una sensación de inquietud en el sacerdote. Su piel presentaba un tono ceniciento y su rostro parecía desencajado, sufriente. Lo más desasosegante, sin embargo, era su mirada. Alterada, cambiante, evasiva… Como si su visión alcanzara a percibir algo situado más allá de las paredes del dormitorio, algo que sólo ella podía ver. –La criatura se llama Brigitte –explicó sor Supplice–. Es la hermana de Charlotte. Cayó en este lamentable estado durante una ceremonia Vudú. Pretendían lograr un conjuro de amor dirigido al chico del que está enamorada. –Las fuerzas ocultas no son ningún juego –replicó el cura con censura–. El Maligno está siempre vigilante, aguardando cualquier fisura en nuestra frágil moralidad para apoderarse de nuestra alma y apartarnos de la luz. ¡Comencemos! Obedeciendo, ambas mujeres se arrodillaron junto a la cama en posición de rezo. El padre Welles abrió su maletín y extrajo de él un grueso volumen y un crucifijo. Comenzó a leer en tono monocorde una larga parrafada en latín, ante la cual Brigitte reaccionó bruscamente, como si un repentino dolor le atravesara el cuerpo. –¡Cabrón! ¡Hijoputa! –Espetó con odio la joven– ¡Maldito comehostias, vuélvete a tu sacristía a hacerte pajas! Impertérrito, el sacerdote continuó su monótona jaculatoria en un tono de voz firme y creciente. Elevó la cruz y la posó sobre la frente de la chica, que gritó como si el símbolo le abrasara la piel. –¡Hipócrita de mierda! Esto te gusta, ¿verdad chupapollas? ¡Te la pone dura! ...