Delirio Sagrado: La llamada.
Fecha: 17/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos
... que ella. Amanda no vio en Stefano un hombre portentoso ni mucho menos, sino que le agradó la astucia de su inocencia para conquistar. Era un hombre dócil, divorciado, hablaba el castellano a los golpes pero se le entendía, aunque igual si no se le entendiera, era agradable para Amanda escucharlo. Decía cada cosa que a Amanda le daba risa y en tono jocoso juraba estar loco para que Amanda lo atendiera. No se podría decir quién conquistó a quien pero al final de la noche se marcharon juntos a la residencia Saccomani y, después de acostar a la pequeña italianita, se acostaron ellos dos y se desquitaron de viejas urgencias amorosas. Lo que sí se puede decir es que Amanda sacó más provecho. Poco a poco fue tomando las riendas de la situación y lo seducía a tal punto que él se empezó a desvivir por ella más que por amor, por el erotismo fantástico y diabólico que se apoderaba de ella. Todo empezó la noche que Amanda le ordenó mientras lo hacían que le cruzara las piernas. Él lo hizo sin dudar ni preguntar. Y entonces le ordenó que le mirara sólo las piernas y él de nuevo lo hizo sin objetar nada. Ahí supo Amanda que lo tenía sólo para ella. Atraído por ese magnetismo de pasión, Stefano Saccomani dejó Italia para irse a Venezuela una semana antes del inicio de clases. Y durante ese año escolar no cesaron las pasiones. Cuando Amanda se enteró que rayaron literas con “Amanda puta” le exigía a Stefano que se lo dijera al oído y empezaban el derroche. Lo hacía decir “presente, Srta. ...
... Amanda” cuando llegaba los fines de semana a la residencia. Lo hacía estudiarse temas de clase para hacerle “exámenes” en el comedor en los que debía contestarlos y permanecer sentado en la silla porque de lo contrario “no sacarás un 20, Stefano”. Hubo un despilfarro de pasión en aquella casa que Stefano por suerte soportaba. Pisando ya los cincuenta, le aguantaba el trote a Amanda que recién cumpliría los treinta. Entonces, un viernes de Julio, tuvo otra revelación. Se subió al auto de Stefano como cada viernes y este le acarició el muslo más cercano a su mano derecha y le dijo “Amanda puta” al oído. Amanda no reaccionó a aquello, también ella se preguntó por qué, entonces él se anticipó e intentó la otra jugada “presente Srta. Amanda Palermo” y ella siguió en una especie de consternación. “Llévame a casa, Stefano. Luego tú te irás a la tuya.” En los dos meses de vacaciones, Amanda repasó su segundo año y resumía su estadía en el colegio a dos cosas: contención y derroche. Y es que luego del derroche está el vacío y se esconde la tecla que da inicio a todo nuevamente. Sintió eso cuando Stefano le habló al oído aquel viernes y se sintió asquerosa. Luego, se dio cuenta que no era ella, que se había dado un gusto, pero que había llegado a su fin. Recordó que una conversación con Stefano no duraba más de dos minutos antes de terminar revolcados en la cama, en la sala o frente a la nevera. Fríamente pensó en aquello como un regalo que se había dado y dejó de sentir vergüenza. Pero ...