Secretos y confidencias en la cala nudista
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: DolceCaroline_, Fuente: CuentoRelatos
Carmen estaba muy excitada tras escuchar el relato de Nadia, siempre decía que fue juglar en la Edad Media porque le encantaba recitar de memoria sus historias, sobre todo los encuentros sexuales, aunque pensándolo bien, la Santa Inquisición pronto la hubiera perseguido. Carmen tenía el pelo larguísimo, hasta el final de la zona lumbar. Cuando viajaba a cualquier país le adivinaban su nacionalidad; Era el patrón de española, morena de pelo y de piel, ojos marrones muy grandes, labios carnosos y cuerpo definido por las máquinas del gimnasio. Era embajadora de aquella canción que decía: “La española cuando besa, es que besa de verdad.” Se levantó de la toalla y miró boyante hacia el mar como si fuese su amigo íntimo, de repente se agachó muy despacio alcanzando un ángulo de 90 grados, como si estuviera en el gimnasio haciendo una sentadilla y buscó dentro de su bolso, Nadia la miraba de reojo riéndose. —Ja ja ja, no me lo puedo creer ¿Vas a coger la cinta roja? –Adivinaba Nadia. —Fíjate en los dos chicos de la nevera, el que está más a la izquierda ¿Se ha dado cuenta que he cambiado de postura? –Preguntaba inquieta. —¡Cari, él y media cala! —¿Me está mirando ahora mismo? —¡Sí! Estaba tumbado y ahora se ha sentado para verte mejor ¿En qué momento te has dado cuenta de su existencia? —¡Perfecto! Lo tengo fichado desde que hemos llegado, de hecho, llevamos un juego de miraditas muy interesante, tú como estás flipada contándome lo de Martín no te enteras de nada, yo he recreado ...
... tu aventura pensando que somos él y yo. —Joder, sí que esta bueno, sí, tiene todos los abdominales fuera, además es guapísimo. Hablando de Martín pásame mi teléfono que seguro que me ha escrito. —Toma. Me voy, necesito un refresco de ese hombre. —¡Si si, a ver si es capaz de aliviarte el calor corporal, ja ja ja! Se colocó sus gigantescas gafas de sol y caminó hacia las toallas de los chicos pisando fuerte, únicamente decoraba su pezón derecho un piercing plateado y su brazo izquierdo una larga cinta roja enrollada a modo de pulsera. —Ostia ostia, Cristian, la chica morena viene, no le digas nada que la quiero para mí. –Decía el chico de la izquierda. —No tranquilo, a mí me gusta la otra. –Aclaraba su amigo. —¡Hola chicos! Me vais a perdonar, pero estoy seca y aquí no hay ningún sitio para comprar bebida. –Exclamo Carmen. —Perdonada estás, una chica tan guapa como tú tiene que estar bien hidratada ¿Qué te apetece? –Respondía en un acento muy simpático y divertido. —¿De beber? – Pronunciaba ella en un tono muy sensual fijándose en su boca y mordiéndose el labio inferior. —Emmm, si… Claro. –Tartamudeaba. —Una cerveza, por cierto, me llamo Carmen. —Aquí tienes, yo soy Vicente y él es Cristian. –Se pusieron ambos de pie para darle dos besos. —Encantado, ufff, me muero de calor voy un ratito dentro del agua, ahora os veo. –Se excusaba Cristian. —Encantada, si nos vamos te avisamos. —¿Te apetece que demos un paseo por la orilla? –Le sugería Vicente. —Perfecto, no te preocupes por ...