Moni
Fecha: 11/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Por más que pasen cien años, un milenio o una eternidad, creo que jamás olvidaré aquel día de verano y más aún en gélidas tardes invernales como las de hoy. Pero, bueno, más vale que comience por el principio, pues ya se sabe que las casas no han de empezarse por el tejado, así que empezaré por hablaros de Mónica... Mónica tiene 27 años, mide 1.60 y tiene una deliciosa media melena rubia totalmente natural, a lo que se suman unos deliciosos y risueños ojos verdes que parecen querer competir en jovialidad con la sonrisa que asoma en sus rojizos labios color sangre, y con una piel cuya blancura ya nos anuncia la suavidad del terciopelo. Todo ello acompañado de una deliciosa figura ni gorda ni delgada, con unos deliciosos senos redonditos que sin ser pequeños tampoco son grandes, pero que con su forma amanzanada nos hacen pensar en oleadas de placer; más aún cuando gusta de lucir generosos escotes sensuales que hipnotizan a cualquiera con mayor eficacia que los ojos de cualquier serpiente. Pero podéis creerme si os digo que lejos de recordar a tan desagradable animal, más bien recuerda a una figura angelical que camina entre nosotros, lo cual se ve refrendado por su melodiosa y dulce voz. Cualquiera pudiera pensar que exagero y que estoy describiendo una muñeca de porcelana, pero desengañaros... muñeca, sí, pero no precisamente de porcelana. Yo a mi vez, también tengo 27 años, mido 1.75, soy castaño, mis músculos están trabajados (sin ser un Rambo o similar), y dicen que soy ...
... atractivo; lo que sí que es cierto es que por lo general las mujeres confían en mí de modo innato y me hacen partícipe de todas sus confidencias. Hará unos ochos años que la conocí en Oviedo en una fiesta universitaria. Hablamos, bebimos y bailamos toda la noche; los bailes eran puro vicio y evidentemente no tardó en conseguir una reacción de mi entrepierna, pero al notarla lejos de apartarse de mí se pegaba aún más, dándome la espalda y contoneando sus caderas de modo que me daba un pequeño empujoncito en cada movimiento. Llegó un momento en que me puso a mil, la cogí por las caderas y pegué su espalda a mi pecho y mi polla (que estaba dura como una piedra) a su culo y juntos bailamos al son de la música mientras mis manos subían por su cintura hasta la base de sus senos aunque sin llegar a tocarlos. Noté que se estremecía y entonces le aparté el cabello a un lado y pegué mi cara a su cuello para luego deslizar suavemente mis labios por su sedosa piel... pero en ese momento uno de los amigos que nos acompañaba vino a buscarnos y rompió el hechizo. Él es uno de mis mejores amigos y actualmente lleva cuatro años saliendo con ella. El caso es que durante mucho tiempo ella y yo hemos sido mutuos confidentes, de hecho yo conozco todos sus secretos de alcoba y sus gustos sexuales (me daba mucho morbo el que siempre me dijera que no le gustaba el sexo anal porque debía doler mucho...). Todos pensaban que nos gustábamos y lo cierto es que no estaban muy desencaminados y de hecho yo ...