1. Esclava y sumisa


    Fecha: 28/11/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... pibe se apoyó en la mesa para bajarse el pantalón. Lurdes le dio unas 6 o 7 chupaditas a fondo entre que eructaba, tosía, se reía descolocada y pajeaba a Mateo. Pero el pibe no sabía contener su leche precoz, y allí Luly nos enseñó cómo se la tragaba sin reproches. ¡Mateo, llevala al baño y que te haga acabar en las tetas!, ordenó Ernesto, cada vez más borracho. Por suerte esa noche los más chiquitos estaban con sus abuelos. A los minutos Lurdes volvió con el corpiño manchado de semen, tambaleando y con ganas de más. Le pedí que se descalce y que le coma la boca a los mocosos. Como vi que mi esposo se aburría le pedí a nuestra mucamita que se las chupe a los dos, y a la vez que ella cumplía mis reglas fatales. ¡mamalos bien a los pendejos putita asquerosa!, pidió Ernesto, que parecía tener tantas perversiones ocultas como yo. La bombacha ya no le absorbía más líquidos! Mateo le cogía la boca y Elías le estrujaba los pechos cuando Ernesto se incorporaba para ver mejor, y ni bien su hijo volcó su esperma en lo hondo de su garganta, se acercó a Luly y le dijo: ¡te espero en mi cuarto putita sucia! Esa noche el alcohol quiso que Ernesto solo sea capaz de dormir, y Lurdes se fue a su casa apenas terminamos de ordenar el quincho. En esos tiempos ya era la putita para quien yo quisiera. Una vuelta se quedó a dormir mi hermano Fabián, porque su mujer lo echó de su casa. La primer noche nomás le puse perfumito de bebé en las tetas a Luly, le mostré 500 pesos y le pedí que fuera a su ...
    ... cuarto en bombacha, que le frote las tetas y la cara en la pija, que lo pajee por debajo de la sábana y lo haga acabar así. Por supuesto, yo siempre cumplía con el dinero. Un sábado, apenas concluyó con los vidrios la senté en la mesa y le saqué el pantalón. Sabía que Aldo y Pedro, dos amigos de Ernesto estaban al caer. No podía moverse hasta que eso sucediera. Entretanto yo le hacía masajitos en la conchita, le lamía el cuello y le pegaba cada vez que su olor a pis me sacaba de quicio. Le vendé los ojos, y apenas llegaron los hombres, la hice gatear por todo el living. Se chocaba con lo que encontraba, hasta que dio con la pija de Pedro y se la metió en la boca de una. Mi marido quería que sus amigos la conozcan, por lo que ni bien entraron al living se bajaron los pantalones. Aldo se le ubicó detrás para ensartarle la pija en esa vagina desprejuiciada. La bombeaba rápido y cortito, haciendo chocar con brusquedad su cabeza contra el pubis de Pedro, al que por poco le mordía el pito. ¡quiero que se la cojan y se diviertan con esta sirvientita calentona, y que la llenen de leche!, dije cuando ahora los dos la forzaban a petearlos contra la pared. Se mataban de risa cuando yo le preguntaba si tenían mucho olor a bolas o a culo cuando ellos se daban la vuelta para que ella se los limpie con la lengua. De nuevo Ernesto llegó temprano, justo cuando ella les lamía los escrotos y los pajeaba. Pero como ella seguía cegada por la venda, yo le hice gestos para que no hable y se la meta ...
«12...567...»