1. La siesta


    Fecha: 22/12/2018, Categorías: Grandes Series, BDSM Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... nos veía un tanto apagadas, sea porque le había dado un calentón y quería achucharse de verdad con su novio y buscaba una coartada, Marifrancis nos invitó a su chalet familiar vecino, y ese día deshabitado, con el pretexto de que sus padres le habían pedido un libro olvidado. Entramos en la casa y con cara de complicidad nos rogó que esperáramos un rato en la habitación de su hermano situada en la planta baja, tras lo cual subió con su pareja al piso de arriba a aliviarse. El cuarto estaba enteramente decorado con pasquines de películas, ya que la familia tenía una gran amistad con los propietarios de un cine cercano. Escenas de westerns, musicales, terror, SF: Grupo Salvaje, Río Bravo, Blade Runner, Alien, My Fair Lady, El resplandor, Muerte en Venecia... empapelaban totalmente las paredes y daban un ambiente acogedor al exiguo aposento. Como no teníamos nada mejor que hacer recorrimos el cuarto reconociéndolas. Nos paramos ante dos escenas de Historia de “O”. Laurita dijo: - Mi hermana mayor dice que en esta peli las chicas se besan y son azotadas. Y ponen cara de gusto. No entiendo, si no es pecado. - ¿Por qué no es pecado?, pregunté extrañada. - Franquimir nunca lo ha nombrado en sus charlas, contestó. Don Francisco Miralles, Franquimir, era el confesor y pater de Las Paulas, un cura trentino que acostumbraba a reunir a “las mayores” en los ejercicios espirituales de cuaresma, y tronaba contra los desmanes del sexo y la concupiscencia. Para él quizá el lesbianismo era un ...
    ... mal menor e identificaba la homosexualidad exclusivamente con la mariconería. Para mí era una cuestión de opinión y sentido común, dijera lo que dijese ese cura pelirrojo y gritón. De todas formas no pude menos que comprobar que había conciencias todavía más laxas que la mía. Al rato bajaron los amantes, acalorados y rojos como tomates y nos reintegramos al grupo. Después de esto Laurita y yo nos hicimos muy amigas. Cuatro meses después mis padres la invitaron unos días al pueblo. Una cálida tarde estábamos en bikini, haciendo la siesta en el desván, mi sitio favorito, por lo discreto. Para llegar hasta él hay que hacer bastante ruido. Por entonces me masturbaba regularmente fantaseando con mis hermanas mayores desnudas y apaleadas. Como no tenían pudor de mostrarse ante mí sin ropa, yo no podía menos que reparar en los bonitos pechos de Feli, las redondas nalgas de Lucy, o el vientre redondo y graciosamente abombado de Trini. Aunque siguiendo la moda se depilaban escrupulosamente, yo siempre me las imaginaba con los sobacos repletos de pelos enmarañados y vellos púbicos salvajes. Visualizarlas convulsionándose por la tortura me producía orgasmos casi instantáneos apenas al tocar mi vulva. Y es que siempre he sentido atracción por las axilas de las mujeres, sobre todo cuando están más o menos pobladas de vello. Quizá la causa se deba a un incidente con la chacha cuando yo tenía 5 años. Entré en su cuarto y se estaba cambiando de bragas. Vi su vello púbico. No lo había visto ...
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