1. La siesta


    Fecha: 22/12/2018, Categorías: Grandes Series, BDSM Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... nunca, así que entonces lo confundí con sus axilas. Cuando años más tarde vi desnudas a mis hermanas mayores les conté inocentemente la confusión. Estuvieron riéndose de mí durante mucho tiempo. Desde entonces me atraen extraordinariamente los sobacos peludos. No sé si seré un bicho raro pero pienso que son algo muy erótico y sexy. Me gustaría que a mis lectoras que les suceda lo mismo me escriban diciéndomelo para no sentirme tan sola. Sin embargo, cuando desencadenaba esos pensamientos lúbricos a costa de mis hermanas me asaltaba una cierta percepción de culpa. A pesar de que solo les devolvía mentalmente las barrabasadas que me hacían por ser la pequeña de la casa, algo me decía que no estaba bien. Es quizá el único sentimiento pecaminoso que he tenido en mi vida, lo que por entonces añadía más morbo al asunto, y más excitación claro. No podíamos dormir por culpa del calor. Hablábamos sin parar. En un momento dado Laurita, mirando el viguerío del techo como si disimulara me preguntó: ¿recuerdas en Pascua, en la habitación del hermano de Marifrancis? ¿Aquella película, Historia de “O”? Pues mi hermana me ha contado que los santos que sufren suplicio a causa de su fe también gozan con el dolor. ¿Tú te lo crees? A pesar de que mi hermano el cura me había hablado de los componentes sexuales y orgiásticos de determinadas actitudes presuntamente pías y del éxtasis religioso, aunque a esas edades no acabas de digerirlo, yo daba por sentado que en mis sueños las víctimas del ...
    ... tormento sufrían, y que la única que gozaba era yo, así que contesté: - Yo no, desde luego. ¿Por qué no lo probamos? Estamos solas. ¿No te apetece? Laurita no era mi tipo desde luego. Demasiado cría; pero la perspectiva de que quizás se dejara azotar me puso algo caliente. Así que accedí, aunque no sabía a ciencia cierta por donde iba a salir. Laurita se incorporó: - Inés, ¿sabes cómo murió Santa Irene de Lesbos? - Ni idea, contesté. - Los romanos le quemaron los pechos primero, y después la acuchillaron. Mientras lo hacían cantaba gloria al señor sonriendo. Quiero jugar a ser Santa Irene. Enciende esa vela de la mesilla. Tomé la palmatoria y la encendí. Mientras lo hacía se quitó la parte de arriba del bikini. Le habían crecido un poco las tetitas desde abril. Se sentó en la cama. Yo estaba enfrente, en la otra, con la vela encendida en mi mano. Ella sacó pecho diciendo: - Acerca la llama hasta que te diga basta. - ¿Estás loca? Dije sin demasiada convicción pues estaba deseando hacerlo. - Haz lo que te digo. Puse la llama a unos 10 centímetros, a la altura de su pezón derecho. La fui acercando todo lo lentamente que permitía mi pulso, casi temblando por culpa de la emoción. Cuando el fuego estuvo a unos 3 centímetros y el calor empezaba a hacer sus efectos Laurita empezó a gemir. Simultáneamente el mugrón empezó a erectar. Se puso del tamaño de una canica. Yo iba acercando la llama, más y más. Ya casi rozaba la oscura piel cuando Laurita dijo basta. Lo hizo jadeando, y no ...
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