1. Trágica historia de sexo


    Fecha: 27/12/2018, Categorías: No Consentido Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... no le hice el menor caso. Quería ver ese rostro bello y melancólico cubierto por mi semen. Expulsé dos chorros potentes. Ella logró recibir parte en la lengua, pero el resto cayó en su rostro. Se limpió con uno de los repasadores, como si nada, y fue en busca de las otras dos porongas. β€” Hacenos un pete a los dos. β€” dijo Germán. Se pusieron de pie uno al lado del otro. Le arrimaron ambas pijas y ella comenzó con su quehacer. Se metía una pija en la boca, mientras a la otra la pajeaba. Le costaba mucho coordinar su cuerpo para hacer ambas cosas, pero se las arreglaba. Gonzalo imitó Mauro y fue a pellizcarle el culo mientras la chica practicaba la doble felación. β€” A ver, metete las dos al mismo tiempo. β€” dijo Germán. Ante la mirada estupefacta de todos, la chica logró la proeza. Aunque solo pudo meterse las cabezas, y un poco del tronco, era toda una hazaña. Los dos pedazos de carne luchaban para hacerse lugar adentro de la mujer. Era una escena grotesca y hermosa a la vez. Todos estábamos concentrados en ella, por lo que tardé en reparar en que Germán realizaba una grabación de lo sucedido. Ya me encargaría de eso después, pensé, y seguí deleitándome. Germán guardó el celular justo cuando la chica sacaba las pijas hacía afuera, haciendo un sonido de sopapa. Los dos acabaron sobre su cara. Hasta mancharon su pelo. Realmente era una mujer hermosa. β€” Andá a traernos más cerveza. β€” ordenó Germán. β€” y sacate la ropa. Quedate solo en tanga. La chica fue a la cocina. β€” ¿Qué les ...
    ... pareció? β€” Increíble. β€” dijo Gonzalo. β€” Alta puta resultó ser. β€” dijo Mauro. β€” Es hermosa. β€”dije yo. Ella volvió con la botella de cerveza en la mano. Estaba casi desnuda, tal como se lo había ordenado Germán. Solo vestía una diminuta tanga blanca. Tenía un cuerpo atlético muy sensual. Las tetas, pequeñas, eran encantadoras. Sus piernas torneadas debían de verse increíbles con una pollera o un short. Nos sirvió la cerveza, como la primera vez, rodeando la mesa, pasando por cada uno de los asientos. Ahora, con la piel desnuda, era más tentador acariciarla. Germán le pellizcó el culo, Mauro se lo mordió, Gonzalo metió la mano en su sexo, y esta vez yo tampoco pude evitar aprovecharme: mientras el chorro de cerveza caía en mi vaso, y ella estaba inclinada, exponiendo su culo, se lo acaricié, y con mi mano agarré toda una nalga, y se la estrujé con violencia. β€” ¿Sos muda? β€” pregunté, ya que no había dicho una sola palabra desde que llegó. β€” Acordate que me tengo que ir a las diez. β€” dijo, dirigiéndose a Germán. β€” Sí, cierto que tu marido te espera, quedate tranquila. Pero hasta las diez sos mía. β€” le contestó este. Yo ya estaba medio borracho, y no me llamó la atención que se haga referencia al marido de la chica. Tomamos esa botella, y luego otra. Ella se quedó parada, como aquellas sirvientas de los millonarios, que se quedan detrás de sus patrones aguardando las indicaciones de estos. β€” Juguemos a otra cosa. β€” propuso Germán, cuando las botellas se habían vaciado. β€” Te presento a ...
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