1. La mujer del disidente (04). El registro


    Fecha: 29/12/2018, Categorías: No Consentido Dominación Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos

    ... solo queda la planta de los pies -dijo el agente, cruzando una pierna sobre la otra y dejando la suela en alto-. ¿Esto cómo lo hacemos? Amalia de nuevo estaba indecisa, en la suela de la bota ya había mucha más suciedad, principalmente hierba y barro, pero al sargento Morcillo, apoyado sobre la mesa, se le ocurrió una solución: -Amalia, vas a juntar tus manos y te vas a dirigir a la última fila de asientos, que desde atrás no te han podido ver todavía bien -le dijo-. Los hombres de la última fila escupirán en tus manos y tu vendrás de nuevo hasta aquí con sus babas y las restregarás en las suelas. Después utilizarás tu pelo para frotar las suelas. Ah, y ve a gatas y con las bragas en la boca. Para la vuelta puedes volver andando. Amalia de nuevo descendió sobre sus rodillas, posó sus manos en el suelo y cogió sus bragas con los dientes. Completamente desnuda se acercó al borde de la plataforma, descendió a cuatro patas como una perrilla, y recorrió gateando todo el pasillo. Los hombres que la miraban permanecían en silencio, observando su lento gatear y todas sus formas moviéndose armoniosamente. El silencio en la sala creaba una situación inquietante para Amalia, enfatizando la atención que los hombres estaban prestando a su cuerpo. La caída de sus pechos al moverse era muy excitante, así como la curvatura de sus caderas al pasar. Ya desde atrás se podía apreciar la abertura de su vagina y los pelillos de su entrepierna. El contraste de todo lo negro con la blanca piel era ...
    ... tremendamente obsceno. Según alzó la mirada pudo ver al fotógrafo, que más rápido que ella ya se había situado tras la última fila y continuaba capturando instantáneas. Al llegar a la última fila se puso en pie y uno a uno iba pasando por delante de cada hombre ofreciéndole sus manos en forma de cuenco. Cada uno cogió saliva con fuerza y escupió en sus manos. -Ya no te entran más -dijo el último hombre a observar sus manos rebosantes ya de saliva. Tras ello se enjuagó la garganta y en vez de escupir en sus manos le escupió directamente a la cara-. Ella, sin esperárselo, notó el chorro junto a su ojo izquierdo, y resbalado por su mejilla. Con las manos unidas cargadas de saliva no pudo limpiarse el escupitajo, con lo que llorando, se dio la vuelta y volvió caminando hacia la plataforma. Al pasar era muy evidente el contraste entre el blanco de sus nalgas con el resto de su cuerpo, algo más moreno tras tomar el sol en biquini. Desde atrás el fotógrafo continuaba disparando su cámara. Desde por delante, ángulo que ahora estaba captando la cámara de video, en la parte superior de su cuerpo también se podía apreciar el contraste del blanco de sus pechos con respecto al moreno de su vientre, cuello y hombros. Desde detrás el contraste se apreciaba, aparte de en el culo, también por donde había estado la tira del sujetador del biquini. Al llegar a la parte delantera de nuevo se colocó delante de la silla, se arrodilló, dejó sus bragas en el suelo y comenzó a desprender la saliva de ...