1. MATEO II


    Fecha: 20/10/2017, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... con su rostro blanco y sonrosado casi infantil, su mirada seria y tranquila lejos estaba de mostrarlo como a alguien serio, nada como sus manos, aquellos dedos largos y delicados, sosteniendo con firmeza el libro, los mismos que me habían tocado con violencia inusitada. Era un rey al que nadie se atrevía a importunar. ¡Por favor que nadie lo moleste! Después de cenar, con Lucas nos fuimos a poner nuestros respectivos pijamas, éramos tan infantiles y yo creyendo que podía satisfacer a su hermano. Mateo, que no había cenado ya estaba dormido en su cama, supuse que había tomado su medicación y esta le hizo rápido efecto. Mi compañero de cama me dijo que no se despertaba por nada y que a veces lo asustaba. En fin, Luca se durmió enseguida, y yo miraba televisión contando los minutos previos a la medianoche. Me levanté y fui al baño, de paso confirmaría que todos estuviesen perfectamente dormidos. Al regresar, fui de inmediato a la cama de Mateo, me acosté a su lado, sin cuidado alguno de despertarlo, estaba completamente dormido. Pensé entonces; por dónde empiezo… Me acomodé a su lado, muy cerca de su rostro y quise besarle por primera vez, decidí que dejaría lo mejor para el final. Estaba tan quieto y sereno, lo deseaba tanto. Corrí las sabanas, e inspeccioné qué llevaba puesto; calcetines blancos, unos calzoncillos similares a los de la noche anterior, una remera blanca, y para mi asombro, algo escrito en su brazo izquierdo que decía: Anímate a más. Sonreí y no se me ocurrió ...
    ... con qué me podría arriesgar, pero me puse feliz porque Mateo me esperaba esa noche y me desafiaba a más. Me dispuse a quitarle los calcetines, sus pies estaban fríos y los calenté con los míos, acercando y acariciándolos suavemente. Mi mano recorría sus fuertes y pesadas piernas, tironeando con delicadeza del vello que apenas tenía. Y cada tanto miraba sus calzoncillos, como esperando algún movimiento involuntario. A continuación le saque la remera, me gusto la forma en que su cintura se arqueaba prolijamente, su plano abdomen siempre perfecto y sus tetillas sobresaliendo solo unos milímetros de la areola, frunciéndose cada vez que mis dedos las rozaba. El vello limpio en sus axilas me recordaba a su pubis, y lograba excitarme todavía más. Mi mano bajó hasta sus calzoncillos y saqué su pene fuera, estaba flácido pero aún se veía tan grande a mis ojos y tacto, descubría su glande bajando el prepucio y volviéndolo a subir, lo comparé con el mío, también blanco aunque pequeño y deseé que creciera tanto como el suyo y que tuviera tanto pelo también, así me vería más adulto y varonil. Sus poderosos testículos en mi mano pesaban como rocas, y mi lengua comenzó a lamerlos con cuidado y prisa, los quería en mi boca, quería que explotaran y se fundieran dentro mío, los besaba mientras miraba su pene, sus risos negros que se extendían con delicia, mi otra mano acariciaba su pecho y mis dedos se perdían en su boca, ojalá despertará, ojalá pudiera retener una fotografía de su cuerpo en ...