1. Secreto de confesión


    Fecha: 24/01/2019, Categorías: Gays Tabú Transexuales Autor: amanuense, Fuente: xHamster

    ... afecto por otras personas, aún y cuando estas personas estén comprometidas, no está mal, incluso si se tratase de un afecto especial, distinto. Pero lo que tú me estás confesando aquí es algo mucho más grave. Desear que esos pensamientos impuros se transformen en actos de la misma naturaleza, es algo que atenta, no sólo contra la ley de Dios, o contra los sentimientos de terceras personas, sino que atenta también contra tu propia dignidad. Uno debe respetar las promesas de fidelidad realizadas- dijo mientras con su mano dirigía un gesto a la alianza que brillaba en mi mano derecha- y respetar la fidelidad de sus conocidos, vecinos…-- No, Padre, no se trata de eso- osé interrumpirle.- ¿Entonces?, explícame hija, no entiendo lo que quieres decir- dijo.- Vera… Desde hace años, toda mi vida, he sentido el deseo de ser amada, de ser poseída por un siervo de Dios- comencé a explicar.- ¡¿Qué?!- exclamó casi gritando. Al hacerlo varias de sus feligresas giraron la cabeza hacia aquella posición. – Eso no puede ser hija…, nosotros somos servidores de Cristo…-Lo veía revolverse en su asiento, observaba lo alterado de su estado, pero aunque él no quisiera escucharme, yo estaba decidida a contar hasta el más nimio detalle de aquella fantasía que llevaba atormentándome desde la época del internado. – Yo creo en Dios, padre, conozco sus enseñanzas y sé cuales son los pecados… he luchado mucho contra esos deseos que habitan en mí, pero son más fuertes que mi voluntad, ¿qué puedo hacer?...- ...
    ... la excitación del momento convirtió mi tantas veces preparado discurso en una sucesión de frases más o menos inconexas. – Padre, sólo le estoy pidiendo ayuda, sólo quiero su perdón.- Para que exista perdón debe existir arrepentimiento, y creo que usted no esta arrepentida, dígame, ¿lo está?- habló rápido y con un tono de voz alterado, tan alejado de la complicidad con la que me había acogido. No quería sumar a la lista de mis pecados una nueva mentira, así que evité responder.- Ah, lo ve…sin arrepentimiento no hay absolución que valga. Además, hay pecados que no se pueden perdonar- zanjó.- Pero…- intenté razonar.- No hay peros que valgan- dijo, y acto seguido se incorporó y rápidamente abrió la puerta central del confesionario y salió caminando. Me incorporé e intenté seguirlo. La escena había distraído de sus rezos a las pocas mujeres que poblaban la iglesia. Cuando corriendo sobre mis tacones lo alcancé y me vio sin el panel del confesionario de por medio, quedó patidifuso:- Usted es… usted no es…- Su voz hacía eco en las paredes del templo. Cuando sintió sobre nosotros la atención de sus parroquianas, me agarró fuertemente de la parte alta de mi brazo derecho, y casi empujándome me hizo entrar en una estancia que se ocultaba tras una gran puerta de madera oscura. – Escúcheme. Si no se marcha de aquí en cinco minutos, llamaré a la policía- me dijo mirándome a los ojos muy serio. Acto seguido volvió sobre sus pasos dejándome sola en aquella sala. Los pocos muebles que allí ...
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