1. Secreto de confesión


    Fecha: 24/01/2019, Categorías: Gays Tabú Transexuales Autor: amanuense, Fuente: xHamster

    ... en mi boca, chocando con los dientes, las encías. Cuando salió de mí, su glande antes seco e irritado se veía brillante por la saliva. Me aproximé de nuevo su sexo a la cara, y él colaboró empujando de nuevo mi cabeza contra su cuerpo. Poco a poco el buen hacer de mi boca hizo crecer su pene. Apareciendo entre la negrura de sus ropajes, de apenas quince centímetros, estrecha y rematada por un capullo amoratado, la polla de aquel hombre de Dios se torcía a la derecha si mis manos no la sujetaban firmemente. Mi lengua buscaba sus cojones en la base del tronco. Aquello se me daba tan bien que él tuvo que acallar varios gemidos entre dientes. Sus manos se posaban en los laterales de mi cabeza y acompañaban cada uno de mis cabeceos. Mi boca tragaba incesante su verga, mi cara se perdía entre sus ropas. De pronto su mano me apartó de sí. Volvió a empujar mi cara cuando mi voluntad de seguir con la mamada buscó su entrepierna.- Espera- ordenó, y yo quedé arrodillado observándole. Caminó presuroso hasta la puerta. De su bolsillo sacó unas llaves que manejó nervioso. Cerró la puerta por la que ambos habíamos entrado y caminó hasta el otro extremo de la estancia donde volvió a cerrar una puerta en la que yo no había reparado hasta entonces. Agarró una de las sillas, la colocó a mi lado, y antes de sentarse desabrochó algunos botones más de la sotana, bajó su pantalón y calzoncillo, y mirándome dijo: sigue.Mis manos corrieron raudas a acariciar su entrepierna, mi boca bajó al ...
    ... encuentro de su polla. Sus manos se volvieron a posar en mi cabeza, y un gemido de satisfacción escapó de su garganta cuando su rabo desapareció en la mía. Poco a poco mis cabeceos se hicieron rítmicos, pausados. Tragaba su polla, la sentía cimbreando al contacto con mis labios. Apenas apartaba la vista de su polla emergiendo erecta en un bosque de vello. Sólo de vez en cuando mis ojos buscaban los suyos, y en ese cruce de miradas ambos sentíamos la satisfacción del hecho de ser dos pecadores irredentos. Entonces él volvía a agarrar mi cabeza y la empujaba más allá de su sexo, obligándome a lamer sus testículos, haciendo que mi lengua se perdiera en los confines de su escroto. Luego me devolvía a su cipote, y yo volvía al mecánico chupar incansable que tanto me satisfacía.Al cabo de unos minutos se incorporó de improviso. – Ven- me dijo, y agarrándome del brazo me hizo levantarme a mí también. Caminaba de una manera torpe y graciosa, con los pantalones recogidos a la altura de los tobillos, y la sotana abierta salvo en los botones más cercanos al cuello asemejando una capa. Me hizo ponerme de espaldas, frente al aparador y el crucifijo metálico que estaba sobre él. Sus manos guiaban mis movimientos. Hizo que posara las manos sobre el mueble y que separara las piernas. Levantó mi falda. Sentí el chasquido de una palmada sobre mis nalgas y el calor de mi piel. – Quítatelas- ordenó. Viendo que yo no reaccionaba repitió: quítate las bragas y dámelas. Rápido. Yo obedecí al instante. ...
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