1. Afortunado


    Fecha: 05/02/2019, Categorías: Infidelidad Voyerismo Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... hombre que ama fijada sobre su par de tetas perfectas, contenta por satisfacerme. La sacó y la engulló, con amor, conociendo mis gustos y esmerándose en ello. Me encanta que la niña de papá me deje seco. Pero al poco cambié de parecer, a pesar de que nunca he tenido queja de sus excelsas habilidades. La aparté del biberón, le di la vuelta tomándola de la cintura para tener aquel culo en pompa, con las rodillas al filo del Verzelloni, le levanté el camisón para admirar el par de apetitosas nalgas, le bajé el tanga a medio muslo y embestí, agarrándola de las tetas en un primer momento, del cabello cuando quise babearle la cara. Lola llegó al orgasmo antes que yo, siempre he pensado que se corre haciéndome feliz, así que cuando sus espasmos se fueron aplacando, salí de su sexo para cambiar de objetivo. Empujé su cabeza hacia abajo, gesto suficiente para que sepa qué quiero, así que antes de que le separara las nalgas, rogó, con cuidado, por favor. Fui con cuidado al principio, hasta que mi excitación y la dilatación de su recto me llevaron a joderla sin misericordia. El final del sueño me ha despertado, con un compendio de sensaciones completamente sorprendentes. Por un lado, estoy convencido que el sueño ha durado exactamente el mismo tiempo que duró el polvo, ni un segundo más, ni un segundo menos. Por otro, he podido sentir en las yemas de los dedos el tacto de la piel de Lola, la turgencia de sus pechos, la finura de su lacio cabello. He notado perfectamente como mi polla ...
    ... entraba en ella, como era lamida, como rozaba húmedas paredes, el estrecho anillo. También he olido mis fluidos, pero sobre todo los suyos, así como la atmósfera cargada de una sesión amatoria. Pero lo que más feliz me ha hecho ha sido despertarme con la polla dura como una roca. Así lo he sentido, aunque no puedo confirmarlo pues mis manos son incapaces de apartar la sábana y la oscuridad de la habitación me impedía ver mi hombría enhiesta. Por eso y por el pañal de geriátrico que me decora. El dolor de cabeza, además, parece que va remitiendo y ahora, esperando anhelante que me traigan la mierda de papilla que en el hospital llaman alimento, casi no me molesta. *** Llevo tres noches seguidas soñando. Ayer fue la rememoración exacta del primer polvo de mi vida, con una pelirroja medio borracha en la playa de S’agaró. Oyéndola esta noche he descubierto que era holandesa. No me di cuenta hace veinte años. Esta noche he vuelto a sentir los vigorosos labios vaginales de Débora, la catedrática de Economía Social con la que estuve liado mientras yo estudiaba tercero de carrera. No sabía chuparla y tenía las tetas pequeñas, pero su sexo era una trituradora. ¡Qué tiempos aquellos! Aquí llega Doña Gertrudis. Se llama Rosa, pero le pega más un nombre de institutriz de post guerra. Por edad, pero sobre todo por su gesto serio, su actitud distante y sus maneras de sargento de hierro. Me trae el desayuno del que me hará algún comentario pretendidamente simpático que no me hará ni puta ...
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