1. Las siete vidas del gato - Un pan atraganto al gato y le resto otra vida


    Fecha: 05/03/2019, Categorías: Gays Autor: relatosdesexgay, Fuente: SexoSinTabues

    ... placer, y culeé, ahora más descaradamente, pidiendo más. A todo esto, habíamos alcanzado los 100 Km. /hora, y el aire nos azotaba el rostro sin piedad. La carretera estaba vacía, afortunadamente, pues no creo que hubiera tenido reflejos para evitar una colisión o hacer algún adelantamiento. Adolfo me había metido ya el dedo totalmente dentro de mi estrecho agujerito, y yo me movía al ritmo que marcaba él con un suave mete y saca. Me introdujo entonces un segundo dedo, y poco después un tercero, y aquello ya era un placer inenarrable. Sentía aquellos tres dedos húmedos dentro de mi agujero, y me retorcía en el sillín de gusto, mientras procuraba no perder la visión de la carretera. El pene lo tenía como un palo de duro, y se había salido por la pernera derecha de mi diminuta pantaloneta. Adolfo debió darse cuenta, porque con la otra mano que se agarraba a mí me lo agarro y empezó a hacerme una paja. Como por instinto, hice algo que facilitó lo siguiente: me recliné sobre la moto y alcé el culo, de tal forma que presenté a Adolfo un panorama creo que alentador. Me imaginé la visión que tenía mi nuevo amigo: el de un chico de 14 años, montado en una moto, a una velocidad superior a los 100 Km. /hora, con la pantaloneta hasta el muslo y el culo en pompa, pidiendo guerra. El chico no se lo pensó dos veces, y, tal y como yo esperaba, me colocó en la puerta de mi ya bien lubricado agujero anal algo grande, muy grande, y caliente, muy caliente. Dio un golpe de pelvis y creí que ...
    ... veía las estrellas. Me había metido apenas la cabeza de su verga enorme, pero era como si tuviera un aparador dentro del culo. No sé de donde saqué fuerzas para gritar: - Más, dame más. Debió escucharlo, a pesar de la velocidad, porque inmediatamente dio otro golpe de pelvis y me metió su verga por lo menos hasta la mitad, aunque yo sentí el culo casi lleno. Era como tener un bate de béisbol en el culo, algo desmesurado y ardiente. Giré un momento la cabeza, con la vista extraviada y la lengua fuera de la boca, y el chico entendió: quería más. Un tercer golpe de pelvis me la introdujo hasta el fondo, hasta que noté la base de su pene en mis nalgas, el roce de sus pelotas entre mis nalgas. Me parecía que me iba a salir la punta de su verga por la boca, de grande que lo sentía dentro de mí, de profundo que lo notaba en mis entrañas. Empezó entonces un mete y saca, y yo me recliné aún más sobre el depósito de la moto para permitir mejor la entrada y salida de aquel rabo monumental. No apartaba la mano del acelerador, así que debíamos ir como a 120 Km. /hora, por lo menos. Notaba aquel cacharro enorme entrar entre mi culo y me sentía verdaderamente feliz cuando llegaba hasta el final y notaba la piel suavemente rugosa de los huevos chocar contra mis nalgas. Pero era demasiada suerte que hubiéramos conseguido llegar hasta allí sin que nos pasara nada, a esa velocidad y con el copiloto "ensartando" al piloto, entonces en una de las curvas reduje la velocidad hasta detenernos y nos ...