1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Sexo Duro Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... muslos cuando él lo hizo, y de inmediato sumano alcanzó los delicados labios rosados de su linda rendija.Durante los diez minutos siguientes la pareja permaneció con los labios pegados,olvidada de todo. Sólo su respiración denotaba la intensidad de las sensaciones que losembargaba en aquella embriaguez de lascivia. Carlos sintió un delicado objeto que adquiríarigidez bajo sus ágiles dedos, y que sobresalía de un modo que le era desconocido.En aquel momento Montse Fernández cerró sus ojos, y dejando caer su cabeza hacia atrás seestremeció ligeramente, al tiempo que su cuerpo devenía ligero y lánguido, y su cabezabuscaba apoyo en el brazo de su amado.—¡Oh, Carlos! —murmuró—. ¿Qué me estás haciendo? ¡Qué deliciosas sensacionesme proporcionas!El muchacho no permaneció ocioso, pero habiendo ya explorado todo lo que lepermitía la postura forzada en que se encontraba, se levantó, y comprendiendo la necesidadde satisfacer la pasión que con sus actos había despertado, le rogó a su compañera que lepermitiera conducir su mano hacia un objeto querido, que le aseguró era capaz deproducirle mucho mayor placer que el que le habían proporcionado sus dedos.Nada renuente, Montse Fernández se asió a un nuevo y delicioso objeto y, ya fuere porqueexperimentaba la curiosidad que simulaba, o porque realmente se sentía transportada pordeseos recién nacidos, no pudo negarse a llevar de la sombra a la luz el erecto objeto de suamigo.Aquellos de mis lectores que se hayan encontrado en una situación ...
    ... similar, podráncomprender rápidamente el calor puesto en empuñar la nueva adquisición, y la mirada debienvenida con que acogió su primera aparición en público.Era la primera vez que Montse Fernández contemplaba un miembro masculino en plenamanifestación de poderío, y aunque no hubiera sido así, el que yo podía ver cómodamenteera de tamaño formidable. Lo que más le incitaba a profundizar en sus conocimientos erala blancura del tronco y su roja cabeza, de la que se retiraba la suave piel cuando ellaejercía presión.Carlos estaba igualmente enternecido. Sus ojos brillaban y su mano seguíarecorriendo el juvenil tesoro del que había tomado posesión.Mientras tanto los jugueteos de la manecita sobre el juvenil miembro con el quehabía entrado en contacto habían producido los efectos que suelen observarse encircunstancias semejantes en cualquier organismo sano y vigoroso, como el del caso quenos ocupa.Arrobado por la suave presión de la mano, los dulces y deliciosos apretones, y lainexperiencia con que la jovencita tiraba hacia atrás los pliegues que cubrían la exuberantefruta, para descubrir su roja cabeza encendida por el deseo, y con su diminuto orificio enespera de la oportunidad de expeler su viscosa ofrenda, el joven estaba enloquecido de 7 de 107lujuria, y Montse Fernández era presa de nuevas y raras sensaciones que la arrastraban hacia untorbellino de apasionada excitación que la hacía anhelar un desahogo todavía desconocido.Con sus hermosos ojos entornados, entreabiertos sus ...
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