1. Joao (II)


    Fecha: 22/03/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... semen que quedaba en la mía. Y mientras nos besábamos él comenzó a mover otra vez sus dedos, muy despacio. Lo miré a los ojos y me sonrió, bajó la tira del vestido y me acarició una teta. Y como un niño pequeño comenzó a chuparla, mientras su mano se movía allá abajo. Jugaba con el pezón, lo mordía suavemente, mamaba con un ritmo preciso, el mismo con el que en ese momento metía y sacaba los dedos de mi concha. Yo estaba a punto de correrme otra vez, mientras miraba su enorme verga totalmente erecta. Joao pareció leerme el pensamiento, y justo entonces sacó los dedos de mi concha y clavó en cambio su dura verga. Entró hasta el fondo y comenzó a moverla con maestría. La sacaba casi toda, para luego metérmela de modo que yo sintiera como entraba cada centímetro. Jadeando en mi oído como un perro fue acelerando el ritmo y terminamos al tiempo, en un orgasmo delicioso. Cuando sacó la verga sentí como chorreaban por mis piernas mis jugos mezclados con su semen. Finalmente me quitó el vestido. Exhausta por la larga sesión de baile y sexo, me quedé dormida. A la mañana siguiente, tras una ducha y un buen desayuno, recorrí el departamento. Era enorme, con un gran ventanal que daba una panorámica hermosa de la ciudad. Joao me había dejado una nota diciendo que volvería en un rato. Mi vestidito no había quedado en muy buenas condiciones después del trajín del día anterior, así que me puse una camisa de Joao que apenas me cubría el culo y me senté a mirar por la ventana. Junto al sofá ...
    ... dormitaba un enorme perro, quien al verme se acercó a olisquearme como lo hacen siempre los perros con los desconocidos. Era un enorme mastín de color gris plata, y parecía amable. Le acaricié la cabeza y se recostó de nuevo junto al sofá. Estaba bebiendo mi café y pensando en la noche que había pasado, cuando el perro se levantó de nuevo y comenzó a olisquearme. Como yo llevaba apenas una camisa, sin nada debajo, pronto quiso oler entre mis piernas, me puse de pie y di un par de pasos hacia atrás. El perro me siguió, mientras yo intentaba apartarlo con la mano. En ese momento se escuchó el sonido de las llaves en la puerta y el perro corrió a la entrada a saludar a su amo. Joao entró, dejó un par de bolsas con comestibles que había traído se dirigió a mi y me saludó con un beso mientras me acariciaba el culo. Luego se acercó al perro y lo saludó con cariño. Veo que ya conociste a Aldo, me dijo sonriendo. No te preocupes por él, es un buen perro. Luego entró a la cocina, bebió un café y conversamos de cualquier cosa. Unos minutos después ya estábamos rodando por la alfombra, arrancándonos la ropa para comenzar otra vez. Tras un rato de otros juegos sexuales, abrió una gaveta y sacó un frasco de miel. Lo abrió y comenzó a derramar el contenido entre mis piernas. Yo esperaba que lo lamiera, pero lo que hizo me desconcertó. Llamó a Aldo y dejó que el perro comenzara a recoger con la lengua la miel de mi concha. A pesar de que la sensación era deliciosa, intenté cerrar las piernas ...